Reflexión diaria del evangelio.

Lecturas diarias de la liturgia, reflexiones diarias del Evangelio.

Reflexión diaria de la Palabra de Dios.

Lecturas diarias de la liturgia, reflexiones diarias de la Palabra de Dios.

El rezo diario del santo rosario

El Rezo diario del Santo Rosario y la meditación nos ayudan a contemplar los misterios de nuestra salvación.

Audiencia de los miércoles del Papa.

Durante la Audiencia General, el Papa dedica una catequesis sobre un tema en particular, después la resume en diferentes lenguas.

Mensaje del Papa previo al rezo del Angelus.

El Papa dirige su mensaje y reza el Ángelus con los fieles.

domingo, 22 de agosto de 2021

Ángelus del Papa

PALABRAS PREVIAS AL ANGELUS

Domingo 22 de agosto de 2021. En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa Francisco, al recordar el Evangelio de hoy, “que muestra la reacción de la multitud y de los discípulos ante el discurso de Jesús después del milagro de los panes”, el Papa nos pide que “no nos sorprendamos si Jesucristo nos pone en crisis. Más bien, preocupémonos si no nos pone en crisis, porque quizás hemos diluido su mensaje”.





Papa Francisco: «Si Jesús no nos pone en crisis, ¡quizás hayamos diluido su mensaje!

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la liturgia de hoy (Jn 6, 60-69) nos muestra la reacción de la multitud y de los discípulos al discurso de Jesús después del milagro de los panes. Jesús nos ha invitado a interpretar ese signo y a creer en Él, que es el verdadero pan bajado del cielo, el pan de vida; y ha revelado que el pan que Él dará es su carne y su sangre. Estas palabras suenan duras e incomprensibles a los oídos de la gente, tanto que, a partir de ese momento –dice el Evangelio–, muchos discípulos se vuelven atrás, es decir, dejan de seguir al Maestro (vv. 60.66). Jesús preguntó entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?». (v. 67), y Pedro, en nombre de todo el grupo, confirma la decisión de estar con Él: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» (Jn 6,68-69). Y es una hermosa confesión de fe.

Detengámonos brevemente en la actitud de quienes se retiran y deciden no seguir más a Jesús ¿De dónde surge esta incredulidad? ¿Cuál es el motivo de este rechazo?

Las palabras de Jesús suscitan un gran escándalo. Nos está diciendo que Dios ha elegido manifestarse y realizar la salvación en la debilidad de la carne humana. Es el misterio de la encarnación. La encarnación de Dios es lo que causa escándalo y lo que para esas personas, pero a menudo también para nosotros, representa un obstáculo. De hecho, Jesús afirma que el verdadero pan de salvación, el que transmite la vida eterna, es su propia carne; que para entrar en comunión con Dios, antes que observar las leyes o cumplir los preceptos religiosos, es necesario vivir una relación real y concreta con Él. Porque la salvación ha venido por Él, en su encarnación. Esto significa que no debemos buscar a Dios en sueños e imágenes de grandeza y poder, sino que debemos reconocerlo en la humanidad de Jesús y, por consiguiente, en la de los hermanos y hermanas que encontramos en el camino de la vida. Y cuando decimos esto, en el Credo, el día de Navidad, el día de la anunciación, nos arrodillamos para adorar este misterio de la encarnación. Dios se hizo carne y sangre: se rebajó a ser hombre como nosotros, se humilló hasta asumir nuestros sufrimientos y nuestro pecado, y, por tanto, nos pide que no lo busquemos fuera de la vida y de la historia, sino en la relación con Cristo y con los hermanos. Buscarlo en la vida, en la historia, en nuestra vida cotidiana. Y este, hermanos y hermanas, es el camino para el encuentro con Dios: la relación con Cristo y los hermanos.

Hoy también la revelación de Dios en la humanidad de Jesús puede causar escándalo y no es fácil de aceptar. Esto es lo que san Pablo llama la «necedad» del Evangelio frente a quienes buscan los milagros o la sabiduría mundana (cf. 1 Co 1, 18-25). Y este «escándalo» está bien representado por el sacramento de la Eucaristía: ¿qué sentido puede tener, a los ojos del mundo, arrodillarse ante un pedazo de pan? ¿Por qué debemos comer este pan con asiduidad? El mundo se escandaliza.

Ante el prodigioso gesto de Jesús que alimenta a miles de personas con cinco panes y dos peces, todos lo aclaman y quieren llevarlo en triunfo, hacerlo rey. Pero cuando Él mismo explica que ese gesto es signo de su sacrificio, es decir, del don de su vida, de su carne y de su sangre, y que quien quiera seguirlo debe asimilarlo a Él, debe asimilar su humanidad entregada por Dios y por los demás, entonces no gusta, este Jesús nos pone en crisis. Preocupémonos si no nos pone en crisis, ¡porque quizás hayamos aguado su mensaje! Y pidamos la gracia de dejarnos provocar y convertir por sus «palabras de vida eterna». Que María Santísima, que llevó en su carne al Hijo Jesús y se unió a su sacrificio, nos ayude a dar siempre testimonio de nuestra fe con la vida concreta. 

ORACIÓN DEL ÁNGELUS:

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ. 
Et concépit de Spíritu Sancto. 
Ave Maria… 

Ecce ancílla Dómini. 
Fiat mihi secúndum verbum tuum. 
Ave Maria… 

Et Verbum caro factum est. 
Et habitávit in nobis. 
Ave Maria… 

Ora pro nobis, sancta Dei génetrix. 
Ut digni efficiámur promissiónibus Christi. 

Orémus. 
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine, 
méntibus nostris infunde; 
ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum. 
Amen. 

Gloria Patri… (ter) 
Requiem aeternam… 

Benedictio Apostolica seu Papalis 

Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo. 
Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus, 
Pater, et Fi lius, et Spiritus Sanctus. 

Amen. 

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas: 

Saludo a todos ustedes, fieles de Roma y peregrinos de diversos países. Muchos países están aquí, lo veo por las banderas... 

Saludo en particular a los sacerdotes y seminaristas del Pontificio Colegio Norteamericano -están allí-; así como a las familias de Abbiategrasso y los motociclistas del Polesine.

También este domingo me alegra saludar a varios grupos de jóvenes: de Cornuda, Covolo di Piave y Nogaré en la diócesis de Treviso, de Rogoredo en Milán, de Dalmine, de Cagliari, de Pescantina cerca de Verona, y al grupo de scouts de Mantua. Queridos chicos y chicas, muchos de vosotros habéis vivido la experiencia de un largo camino juntos: que esto os ayude a caminar en la vida por el camino del Evangelio. Y también saludo a los muchachos de la Inmaculada Concepción. 

Les deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto! 

Los invito a hacer un bonito gesto hoy: ir a un santuario mariano para venerar a la Virgen; los que estén en Roma pueden ir a rezar ante el icono de la Salus Populi Romani en la Basílica de Santa María la Mayor. 

Les deseo a todos un buen domingo y una feliz fiesta de la Asunción. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Que tengan un buen almuerzo y hasta pronto! 


 

miércoles, 18 de agosto de 2021

AUDIENCIA DE LOS MIÉRCOLES DEL PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL DE LOS MIÉRCOLES DEL PAPA FRANCISCO

Miércoles 18/08/2021. El Pontífice, durante la Audiencia General de este miércoles 18 de agosto en el Vaticano, ha continuado en su catequesis con las reflexiones en torno a la Carta de San Pablo a los Gálatas, y, en concreto, ha meditado sobre el papel de la Ley en el cristianismo.

El Papa explicó las dos maneras que hay de vivir bajo la Ley: una antes de Jesús y otra tras su muerte y resurrección. También explicó el papel pedagógico de la Ley, que no es una lista de prohibiciones sino una guía para llegar a Cristo. El Papa animó a los presentes a reflexionar sobre el valor de la Ley y les recordó la gracia de ser hijos de Dios. (RESUMEN EN ESPAÑOL)


El Papa Francisco en la Audiencia General:

«Papa Francisco: ¿Vivo alegre porque Dios me quiere o con miedo por ir al infierno?.»

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy san Pablo nos ayuda a responder a la siguiente pregunta: “¿Cuál es el papel de la Ley?”. En su respuesta considera que hay dos tiempos en la Historia de Salvación y también en la propia historia de cada uno. En un primer periodo éramos como los niños, estábamos dominados por las pasiones, la debilidad de la carne, y, por tanto, necesitados de un guía, alguien que nos llevara y nos trajese, y nos impidiera meternos en problemas. Ese era el papel de la Ley y era la bondad de la Ley. Pero san Pablo añade que la Ley, además de sostenernos en este combate, también pone de manifiesto nuestro sometimiento.

En un segundo periodo, Jesús nos ha librado del pecado y de la muerte con su muerte y resurrección, y la Ley puede dejar paso a la libertad de los hijos de Dios, pues ya no estamos sometidos a ella. Sin embargo, esto implica un estilo de vida comprometido, en el que nos hacemos conscientes de la gracia de ser hijos de Dios, para vivir en el amor de forma adulta, es decir, la Ley ya no es absoluta sino que los mandamientos nos ayudan, pero para vivir en la libertad, vivir en el Espíritu Santo.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a dejarse interpelar por esta pregunta que nos ha suscitado san Pablo: ¿Estamos todavía bajo la Ley, como esclavos, o hemos alcanzado ya la madurez para abrazar con convicción a Jesús y al proyecto de amor que el Padre reserva para cada uno de nosotros? Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


TEXTO COMPLETO DE LA CATEQUESIS DEL PAPA



«LOS MANDAMIENTOS SE DEBEN OBSERVAR, PERO ES EL ENCUENTRO CON JESUCRISTO QUE NOS JUSTIFICA.» GRATUITAMENTE
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

San Pablo, enamorado de Jesucristo y que había entendido bien qué era la salvación, nos ha enseñado que los «hijos de la Promesa» (Gal 4,28) – es decir todos nosotros, justificados por Jesucristo-, no están bajo el vínculo de la Ley, sino llamados al estilo de vida arduo en la libertad del Evangelio. Pero la Ley existe. Pero existe de otra manera: la misma Ley, los Diez Mandamientos, pero de otra manera, porque por sí sola no puede justificar una vez que vino el Señor Jesús. Y por eso, en la catequesis de hoy yo quisiera explicar esto. Y nos preguntamos: ¿cuál es, según la Carta a los Gálatas, el papel de la Ley? En el pasaje que hemos escuchado, Pablo sostiene que la Ley ha sido como un pedagogo. Es una bonita imagen, la del pedagogo de la que hablamos en la audiencia pasada, una imagen que merece ser comprendida en su auténtico significado.

El apóstol parece sugerir a los cristianos dividir la historia de la salvación en dos, y también su historia personal. Son dos los momentos: antes de haberse hecho creyentes en Jesucristo y después de haber recibido la fe. En el centro se pone el evento de la muerte y resurrección de Jesús, que Pablo predicó para suscitar la fe en el Hijo de Dios, fuente de salvación y en Jesucristo nosotros somos justificados. Somos justificados por la gratuidad de la fe en Cristo Jesús. Por tanto, a partir de la fe en Cristo hay un “antes” y un “después” respecto a la misma Ley, porque la Ley está, los Mandamientos están, pero hay una actitud antes de la venida de Jesús y después. La historia precedente está determinada por el estar “bajo la Ley”. Y quien iba bajo el camino de la Ley se salvaba, era justificado; la sucesiva – después de la venida de Jesús – va vivida siguiendo al Espíritu Santo (cfr Gal 5,25). Es la primera vez que Pablo utiliza esta expresión: estar “bajo la Ley”. El significado subyacente conlleva la idea de un sometimiento negativo, típico de los esclavos: “estar debajo”. El apóstol lo explicita diciendo que cuando uno está “bajo la Ley” se está como “vigilado” o “cerrado”, una especie de custodia preventiva. Este tiempo, dice San Pablo, ha durado mucho – desde Moisés a la venida de Jesús – y se perpetúa hasta que se vive en el pecado.

La relación entre la Ley y el pecado será expuesta de forma más sistemática por el apóstol en su Carta a los Romanos, escrita pocos años después de la de los gálatas. En síntesis, la Ley lleva a definir la trasgresión y hacer a las personas conscientes del propio pecado: “Has hecho esto, por tanto la Ley – los diez mandamientos – dice esto: tú estás en pecado”. Es más, como enseña la experiencia común, el precepto termina por estimular la trasgresión. Escribe así en la carta a los Romanos: «Porque, cuando estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, excitadas por la Ley, obraban en nuestros miembros, a fin de que produjéramos frutos de muerte. Mas, al presente, hemos quedado emancipados de la ley» (7,5-6). ¿Por qué? Porque ha venido la justificación de Jesucristo. Pablo fija su visión de la Ley: «El aguijón de la muerte es el pecado; y la fuerza del pecado, la Ley» (1 Cor 15,56). Un diálogo: tú estás bajo la Ley, y estás ahí con la puerta abierta al pecado.

En este contexto adquiere su sentido pleno la referencia al rol pedagógico desarrollado por la Ley. ¿Pero la Ley es el pedagogo que te lleva dónde? A Jesús. En el sistema escolar de la antigüedad el pedagogo no tenía la función que hoy nosotros le atribuimos, es decir la de sostener la educación de un chico o una chica. En esa época se trataba de un esclavo que tenía el encargo de acompañar al hijo del amo cuando iba donde el maestro y después acompañarlo de nuevo a casa. Así tenía que protegerlo de los peligros, vigilarlo para que no asumiera comportamientos inadecuados. Su función era más bien disciplinaria. Cuando el joven se convertía en adulto, el pedagogo cesaba sus funciones. El pedagogo al que se refiere Pablo, no era el profesor, sino el que acompañaba a la escuela, vigilaba al chico y lo llevaba a casa.

Referirse a la Ley en estos términos permite a San Pablo aclarar el papel que esta jugó en la historia de Israel. La Torah, es decir la Ley, había sido un acto de magnanimidad por parte de Dios con su pueblo. Después de la elección de Abraham, el otro gran acto fue la Ley: fijar el camino para ir adelante. Ciertamente había tenido funciones restrictivas, pero al mismo tiempo había protegido a su pueblo, lo había educado, disciplinado y sostenido en su debilidad, sobre todo la protección delante del paganismo; había muchas actitudes paganas en esa época. La Torah dice: “Hay un único Dios y nos ha puesto en camino”. Un acto de bondad del Señor. Y ciertamente, como dije, había tenido funciones restrictivas, pero al mismo tiempo había protegido al pueblo, lo había educado, lo había disciplinado, lo había sostenido en su debilidad. Es por esto que el apóstol se detiene sucesivamente al describir la fase de la minoría de edad. Y dice así: «Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, con ser dueño de todo; sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo fijado por el padre. De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo» (Gal 4,1-3). En resumen, la convicción del apóstol es que la Ley posee ciertamente su propia función positiva – por tanto como pedagogo en el llevar adelante -, pero es una función limitada en el tiempo. No se puede extender su duración más allá de toda medida, porque está unida a la maduración de las personas y a su elección de libertad. Una vez que se alcanza la fe, la Ley agota su valor propedéutico y debe ceder el paso a otra autoridad. ¿Esto qué quiere decir? Que terminada la Ley nosotros podemos decir: “¿Creemos en Jesucristo y hacemos lo que queremos?” ¡No! Los Mandamientos están, pero no nos justifican. Lo que nos justifica es Jesucristo. Los mandamientos se deben observar, pero no nos dan la justicia; está la gratuidad de Jesucristo, el encuentro con Jesucristo que nos justifica gratuitamente. El mérito de la fe es recibir a Jesús. El único mérito: abrir el corazón. ¿Y qué hacemos con los Mandamientos? Debemos observarles, pero como ayuda al encuentro con Jesucristo.

Esta enseñanza sobre el valor de la ley es muy importante y merece ser considerada con atención para no caer en equívocos y realizar pasos en falso. Nos hará bien preguntarnos si aún vivimos en la época en que necesitamos la Ley, o si en cambio somos conscientes de haber recibido la gracia de habernos convertido en hijos de Dios para vivir en el amor. ¿Cómo vivo yo? ¿En el miedo de que si no hago esto iré al infierno? ¿O vivo también con esa esperanza, con esa alegría de la gratuidad de la salvación en Jesucristo? Es una bonita pregunta. Y también la segunda: ¿desprecio los Mandamientos? No. Los observo, pero no como absolutos, porque sé que lo que me justifica es Jesucristo.
 

domingo, 15 de agosto de 2021

Ángelus del Papa

PALABRAS PREVIAS AL ANGELUS

Domingo 15 de agosto de 2021. En la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, el Papa resalta el secreto de María: la humildad. “Hoy, mirando a María Asunta, podemos decir que la humildad es el camino que conduce al Cielo”. El Papa pidió a la Virgen que nos “recuerde que el secreto del recorrido está contenido en la palabra humildad. Y que la pequeñez y el servicio son los secretos para alcanzar la meta”.





Papa Francisco: «Es la humildad la que atrajo la mirada de Dios hacia María.»

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy, Solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María al Cielo, en la liturgia destaca el Magnificat. Este canto de alabanza es como una «fotografía» de la Madre de Dios. María «se alegra en Dios. ¿Por qué? Porque ha mirado la humildad de su sierva», así lo dice (cf. Lc 1,47-48).

La humildad es el secreto de María. Es la humildad la que atrajo la mirada de Dios hacia ella. El ojo humano busca siempre la grandeza y se deslumbra por lo que es ostentoso. Dios, en cambio, no mira las apariencias, Dios mira el corazón (cf. 1 Sam 16,7) y le encanta la humildad. La humildad de los corazones le encanta a Dios. Hoy, mirando a María Asunta, podemos decir que la humildad es el camino que conduce al Cielo. La palabra «humildad», como sabemos, viene del latín humus, que significa «tierra». Es paradójico: para llegar a lo alto, al Cielo, es necesario permanecer bajos, como la tierra. Jesús enseña: «El que se humilla será exaltado» (Lc 14,11). Dios no nos exalta por nuestros dones, riquezas, o por las habilidades, sino por la humildad. Dios está enamorado de la humildad. Dios levanta a quien se abaja, levanta a quien sirve. En efecto, María no se atribuye más que el «título» de sierva, servir: es «la esclava del Señor» (Lc 1,38). No dice nada más de sí misma, no busca nada más para sí misma. Solamente ser la sierva del Señor.

Entonces, hoy podemos preguntarnos, cada uno de nosotros en nuestro corazón: ¿cómo está mi humildad? ¿Busco ser reconocido por los demás reafirmarme y ser alabado, o más bien pienso en servir? ¿Sé escuchar, como María, o solo quiero hablar y recibir atención? ¿Sé guardar silencio, como María, o siempre estoy parloteando? ¿Sé cómo dar un paso atrás, apaciguar las peleas y las discusiones, o solo trato siempre de sobresalir? Pensemos en estas preguntas, cada uno de nosotros. ¿Cómo está mi humildad?

María, en su pequeñez, conquista primero los cielos. El secreto de su éxito reside precisamente en reconocerse pequeña, en reconocerse necesitada. Con Dios, solo quien se reconoce como nada es capaz de recibirlo todo. Solo quien se vacía es llenado por Él. Y María es la «llena de gracia» (v. 28) precisamente por su humildad. También para nosotros, la humildad es el punto de partida, siempre, es el comienzo de nuestra fe. Es esencial ser pobre de espíritu, es decir, necesitado de Dios. El que está lleno de sí mismo no da espacio a Dios, y tantas veces estamos llenos de nosotros, y quien está lleno de sí mismo no da espacio a Dios, pero el que permanece humilde permite al Señor realizar grandes cosas (cf. v. 49).

El poeta Dante se refiere a la Virgen María como «humilde y más elevada que una criatura» (Paraíso XXXIII, 2). Es hermoso pensar que la criatura más humilde y elevada de la historia, la primera en conquistar los cielos con todo su ser, cuerpo y alma, pasó su vida mayormente dentro del hogar, pasó su vida en lo ordinario, en la humildad. Los días de la Llena de gracia no tuvieron mucho de impresionantes. A menudo se sucedieron iguales, en silencio: por fuera, nada extraordinario. Pero la mirada de Dios permaneció siempre sobre ella, admirando su humildad, su disponibilidad, la belleza de su corazón, nunca tocado por el pecado. 

Este es un gran mensaje de esperanza para nosotros; para ti, para cada uno de nosotros, para ti que vives las mismas jornadas, agotadoras y a menudo difíciles. María te recuerda hoy que Dios también te llama a este destino de gloria. No son palabras bonitas, es la verdad. No es un final feliz artificioso, una ilusión piadosa o un falso consuelo. No, es la verdad, es la pura realidad, viva y verdadera como la Virgen Asunta al Cielo. Celebrémosla hoy con amor de hijos, celebrémosla gozosos pero humildes, animados por la esperanza de estar un día con ella en el Cielo.

Y recemos a ella ahor

miércoles, 11 de agosto de 2021

AUDIENCIA DE LOS MIÉRCOLES DEL PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL DE LOS MIÉRCOLES DEL PAPA FRANCISCO

Miércoles 11/08/2021. En la catequesis de su Audiencia General de hoy el Papa Francisco reflexionó sobre la carta de San Pablo a los Gálatas (Gal 3,19) en la que el Apóstol explica que Ley mosaica no es parte constitutiva de la Alianza con Dios. "El amor a Jesús es más importante que todos mandamientos", dijo Francisco, destacando asimismo, la importancia de respetarlos profundamente ya que estos son los "pedagogos" que nos conducen al encuentro con el Señor.

El Santo Padre explicó que ante la pregunta «¿para qué la ley?» con la que los misioneros fundamentalistas "confundían" a los Gálatas; el apóstol escribe: «Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Gal 5,18). (RESUMEN EN ESPAÑOL)


El Papa Francisco en la Audiencia General:

«Papa explica el sentido de la Alianza de Dios con Abraham y el papel de los mandamientos.»

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy san Pablo nos pregunta: “¿Por qué la Ley?”. La cuestión nace del intento de algunos discípulos de imponer a los gálatas que observaran un conjunto de preceptos establecidos en los primeros libros de la Escritura, denominados la Ley de Moisés. Esta imposición se justificaba por la identificación de la Ley con la Alianza que Dios había hecho con su pueblo, de modo que sólo el cumplimiento de la Ley aseguraba el favor de Dios.

Pablo desmonta esta tesis, que era parcial, afirmando que la Alianza se hizo con Abrahán en base a la fe, y que la Ley vino siglos después. Por tanto, la Ley —aun siendo de origen divino y teniendo un lugar en la Historia de Salvación, aún ahora—, no da vida por sí misma. Quien busca la vida verdadera debe mirar a la promesa, a su realización en Jesús, al encuentro con Jesús.

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española. Los animo a dejarse guiar por el Espíritu Santo para reconocer la novedad de la vida cristiana, liberándonos de una esclavitud a la Ley, cumpliendo la Ley pero con miras, llevándola a plenitud en el precepto del amor y en el encuentro con Jesucristo. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.


TEXTO COMPLETO DE LA CATEQUESIS DEL PAPA



LOS MANDAMIENTOS SON LOS "PEDAGOGOS" QUE NOS LLEVAN A JESÚS
 
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

«¿Para qué la ley?» (Gal 3,19). Esta es la pregunta en la que, siguiendo a San Pablo, queremos profundizar hoy, para reconocer la novedad de la vida cristiana animada por el Espíritu Santo. Pero si existe el Espíritu Santo, está Jesús que nos ha redimido ¿para qué la ley? Y esto debemos reflexionar hoy.

El apóstol escribe: «Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Gal 5,18). En cambio, los detractores de Pablo sostenían que los Gálatas tendrían que seguir la Ley para ser salvados. Iban hacia atrás, eran como, digamos, nostálgicos de otros tiempos, tiempos antes de Jesucristo. El apóstol no está en absoluto de acuerdo. No es en estos términos que se había acordado con los otros apóstoles en Jerusalén. Él recuerda bien las palabras de Pedro cuando sostenía: «¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?»

Las disposiciones que surgieron de aquel primer Concilio, el primer Concilio ecuménico fue ese de Jerusalén. Y las disposiciones eran muy claras y decían: «Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros, apóstoles, no imponeros más cargas que estas indispensables: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, la idolatría, de la sangre, de los animales estrangulados y de las uniones ilegítimas. Algunas cosas que tocaban el culto a Dios, la idolatría, y que tocaban el modo de entender la vida de aquel tiempo. Cuando Pablo habla de la ley, hace referencia normalmente a la ley de Moisés, a los diez mandamientos. Esa estaba en relación, en camino, era para preparar, estaba en relación con la ley con la Alianza que Dios había establecido con su pueblo.

Según varios textos del Antiguo Testamento, la Torah – el término hebreo con el que se indica la Ley – es la recopilación de todas esas prescripciones y normas que los israelitas deben observar, en virtud de la Alianza con Dios.

Una síntesis eficaz de qué es la Torah se puede encontrar en este texto del Deuteronomio, que dice así: «Porque de nuevo se complacerá Yahveh en tu felicidad, como se complacía en la felicidad de tus padres, si tú escuchas la voz de Yahveh tu Dios guardando sus mandamientos y sus preceptos, lo que está escrito en el libro de esta Ley, si te conviertes a Yahveh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» (30,9-10).

Es decir, la observancia de la Ley garantizaba al pueblo los beneficios de la Alianza y garantizaba el vínculo particular con Dios. Este pueblo, esta gente, esta persona están vinculados con Dios y hacen ver esta unión con Dios en el cumplimiento de la Ley. Estrechando la Alianza con Israel, Dios le había ofrecido la Torah para que pudiera comprender su voluntad y vivir en la justicia.

Pensemos que en aquel tiempo existía la necesidad de una Ley así, fue un gran don que Dios dio a su pueblo. ¿Por qué? Porque en aquel tiempo existía el paganismo en todos lados, la idolatría en todos lados, y las conductas humanas que derivan de la idolatría. Y por eso, el gran don que deriva de su don al pueblo es la ley, ir hacia adelante.

En más de una ocasión, sobre todo en los libros de los profetas, se constata que la no observancia de los preceptos de la Ley constituía una verdadera traición a la Alianza, provocando la reacción de la ira de Dios. El vínculo entre Alianza y Ley era tan estrecho que las dos realidades eran inseparables. La Ley es la expresión, que una persona, un pueblo, está en Alianza con Dios.
 
A la luz de todo esto es fácil entender el buen juego que tendrían esos misioneros que se habían infiltrado entre los Gálatas para sostener que la adhesión a la Alianza conllevaba también la observancia de la Ley mosaica. Así como era en aquel tiempo. Sin embargo, precisamente sobre este punto podemos descubrir la inteligencia espiritual de San Pablo y las grandes intuiciones que él ha expresado, sostenido por la gracia recibida para su misión evangelizadora.

El Apóstol explica a los Gálatas que, en realidad, la Alianza y la Ley no están vinculadas de forma indisoluble. La Alianza con Dios y la Ley mosaica. El primer elemento sobre el que se apoya es que la Alianza establecida por Dios con Abraham se basó en la fe en el cumplimiento de la promesa y no en la observancia de la Ley, que todavía no estaba. Abraham empezó a caminar siglos antes de la Ley. Escribe el Apóstol: «Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma [con Abraham], no puede ser anulado por la ley, que llega cuatrocientos treinta años más tarde [con Moisés], de tal modo que la promesa quede anulada. Esta palabra es muy importante, el pueblo de Dios, el cristiano, caminamos en la vida mirando una promesa, la promesa es precisamente lo que nos atrae, nos atrae para ir hacia adelante en el encuentro con el Señor.