domingo, 4 de febrero de 2018

Reflexión Dominical del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Domingo 4 de febrero de 2018

"JESÚS SE APARTÓ DE TODOS Y FUE A ORAR."

En el Evangelio de Marcos encontramos el relato del inicio de la fama de Jesús. Como por la mañana Él había liberado de la sinagoga a un nombre poseído. Después en la casa de Pedro había sanado a su suegra, por la tardecita ya había una gran cantidad de personas en su puerta. Y Jesús sanó a muchos, libero a otros y seguramente habló a todos de las maravillas de Dios. Por cierto, fue un día muy y fatigante. Pero, por la mañanita, cuando todos aún estaban durmiendo, Él se levantó y se fue a un lugar solitario para rezar, Jesús necesitaba de su intimidad con el Padre, necesitaba descubrir cuál era la voluntad de Dios para su vida y más específicamente para este nuevo día. Él sabía que allí en la casa de Pedro, de nuevo habría una muchedumbre para pedir milagros y tal muchedumbre se repetiría todos los días, pues las personas no están jamás satisfecha. Pero, Él necesitaba saber si esta era la voluntad del padre para Él, si fue para esto que el vino al mundo. El precisaba descubrir cuál era su misión. Jesús estuvo en oración, seguramente por algunas horas, hasta que sus discípulos le encontraran y le dijeran, todos te buscan y Jesús después de haber orado decidió de ir a otros pueblos para predicarles sobre el reino de Dios. Muchas preguntas nos surgen en la mente, ¿Por qué él no volvió para continuar con los milagros que había hecho el día anterior? ¿Por qué dejó toda la gente esperando? ¿Por qué ir a otros lugares donde nadie lo conoce y dejar a tantos que lo necesitaban? Sin dudas, en la lógica del mundo, que está siempre muy atenta a la popularidad, a la fama, al aplauso, Jesús equívoco. Sin embargo, Él había rezado y sabía que en la lógica de Dios tenía que partir y así lo hizo. La oración debe ser el motor de nuestras vidas. Es solamente en esta intimidad con Dios que puede darnos claridad de lo que debemos hacer y cómo debemos hacer. Es sólo en el continuo dialogo con el Señor que descubrimos cuáles son las cosas que nos corresponden en nuestra vida de cristianos y cuáles las otras deben ser evitadas aun cuando el mundo nos dice al contrario. Debemos estar muy atentos. Pues tener éxito en este mundo, tener títulos, ser famoso, estar muy ocupado todo el día, no significa estar haciendo la voluntad de Dios. Pienso que este Evangelio es para todos nosotros una sincera invitación a la oración, a encontrar un tiempo para dedicar al encuentro profundo con el Señor para dialogar con El, sobre todo para escuchar su palabra, cuando decimos orar no significa multiplicar fórmulas de oraciones que a veces hacemos muy mecánicamente. Orar, es más que nada escuchar a Dios que nos habla, hacer silencio delante de Él y permitir que Él nos hable al corazón. Orar, es escuchar y meditar su palabra. Orar es recitar pausadamente un salmo, leer el Evangelio y conservar sus palabras en el corazón. Orar es preguntar delante de cada situación concreta de la vida, ¿Señor qué quieres que yo haga? Tengo la seguridad que muchas cosas cambiarán en nosotros, en mí mismo, si decidimos darle a Dios un espacio. Seguramente si la oración encuentra espacio en nuestras vidas también nosotros entenderemos porque Jesús no volvió donde todos lo esperaban y donde había tanto para hacer, sino que prefirió ir a otras ciudades. Jesús enséñanos a orar. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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«De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar.» (Mc 1, 35).
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Primera Lectura: Job 7,1-4.6-7
"Mis días se consumen sin esperanza "

Habló Job diciendo: "El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero. Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.

Salmo responsorial: 146
(Escuchar el salmo y descargar mp3) http://interletras.com/musicaliturgica/cantos%202/SALMOS/Ciclo%20B/39%20domingo%2005%20%20del%20tiempo%20ordinario.mp3




Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados"

Alabad al Señor, que la música es buena; / nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. / El Señor reconstruye Jerusalén, / reúne a los deportados de Israel.  R.

Él sana los corazones destrozados, / venda sus heridas. / Cuenta el número de las estrellas, / a cada una la llama por su nombre. R.

Nuestro Señor es grande y poderoso, / su sabiduría no tiene medida. / El Señor sostiene a los humildes, / humilla hasta el polvo a los malvados.  R.

Segunda Lectura: 1Corintios 9,16-19.22-23
"¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!"

Hermanos: El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles, me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Evangelio: Marcos 1,29-39
"Curó a muchos enfermos de diversos males"

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.

Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron. "Todo el mundo te busca." Él les respondió: "Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido." Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

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