REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.
Domingo 18 de marzo de 2018
"SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE, NO DA FRUTOS ABUNDANTES."
Dijo Jesús, en verdad les digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo, pero si muere, da mucho fruto.
Todos los que queremos ser cristianos debemos espejarnos en la vida de Jesucristo, para que de a poquito podamos conformarnos a Él. De hecho, es Él, su vida, sus palabras, sus actitudes, que deben transformarnos modelándonos a su imagen.
Jesús sentía, que estaba llegando la hora de enfrentarse con las fuerzas de este mundo. El sentía que muchas personas atadas al poder o a las tradiciones ya no lo soportaban y estaban buscando el modo de eliminarlo. El reconocía que estaba llegando el momento de llevar a las últimas consecuencias su propuesta de amor, de perdón, de donación gratuita, de servicio.
Estaba llegando el momento decisivo de su vida. Y al igual que todas las personas cuando tienen que tomar una decisión importante, Él se sentía envuelto en la angustia y en el miedo, porque toda decisión significa igualmente alguna renuncia y consecuentemente algún dolor.
Es, en este contexto, que Jesús recuerda, si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda sólo, pero si muere, da mucho fruto. Realmente en el grano de trigo podemos encontrar esta gran verdad de nuestras vidas.
Si queremos preservarnos egoístamente, nos arruinamos y nos descomponemos, pero si nos donamos, si nos gastamos por los demás, entonces milagrosamente crecemos y descubrimos lo que es la vida. Si el grano de trigo es conservado en una vasija el después de un tiempo se secará completamente y perderá su vida, entonces será descompuesto por el moho, pero si el es sembrado en la tierra, ciertamente morirá, se destruirá, pero de su muerte surgirá una vida nueva con muchos frutos. Jesús sabía que su vida estaba en peligro, sabía que podría huir para otros lugares, sabía que podía comprometerse en no hacer más milagros y no predicar más a la gente y así lo dejarían en paz, sabía que él tenía el poder de destruir anticipadamente a todos los que querían hacerle el mal, pero él sabía también que el peligro era consecuencia de su coherencia de vida.
Todos los que queremos ser cristianos debemos espejarnos en la vida de Jesucristo, para que de a poquito podamos conformarnos a Él. De hecho, es Él, su vida, sus palabras, sus actitudes, que deben transformarnos modelándonos a su imagen.
Jesús sentía, que estaba llegando la hora de enfrentarse con las fuerzas de este mundo. El sentía que muchas personas atadas al poder o a las tradiciones ya no lo soportaban y estaban buscando el modo de eliminarlo. El reconocía que estaba llegando el momento de llevar a las últimas consecuencias su propuesta de amor, de perdón, de donación gratuita, de servicio.
Estaba llegando el momento decisivo de su vida. Y al igual que todas las personas cuando tienen que tomar una decisión importante, Él se sentía envuelto en la angustia y en el miedo, porque toda decisión significa igualmente alguna renuncia y consecuentemente algún dolor.
Es, en este contexto, que Jesús recuerda, si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda sólo, pero si muere, da mucho fruto. Realmente en el grano de trigo podemos encontrar esta gran verdad de nuestras vidas.
Si queremos preservarnos egoístamente, nos arruinamos y nos descomponemos, pero si nos donamos, si nos gastamos por los demás, entonces milagrosamente crecemos y descubrimos lo que es la vida. Si el grano de trigo es conservado en una vasija el después de un tiempo se secará completamente y perderá su vida, entonces será descompuesto por el moho, pero si el es sembrado en la tierra, ciertamente morirá, se destruirá, pero de su muerte surgirá una vida nueva con muchos frutos. Jesús sabía que su vida estaba en peligro, sabía que podría huir para otros lugares, sabía que podía comprometerse en no hacer más milagros y no predicar más a la gente y así lo dejarían en paz, sabía que él tenía el poder de destruir anticipadamente a todos los que querían hacerle el mal, pero él sabía también que el peligro era consecuencia de su coherencia de vida.
Sabía que huir para protegerse estaría en contradicción con lo que él predicaba. Sabía que renunciar a su verdad y a su caridad era desfigurarse, sabía que destruir a los otros para protegerse era hacerse igual a ellos en la maldad. Por eso, él ha continuado su camino hacia Jerusalén, aun intuyendo todo lo que pasaría allá, sabemos que este discurso parece muy extraño en nuestros días, principalmente porque vivimos en un mundo de las facilidades donde impera la ley del menor esfuerzo, de la comodidad, de los privilegios a todo costo.
Todos estamos embriagados de la cultura que siempre piensa primero en sus propias ventajas, vivimos buscando siempre la mayor comodidad personal. Somos especialistas en defender nuestros derechos y aún más en presentar nuestras excusas. En nuestros días, palabras como, renuncia, penitencia, corrección, sacrificio, donación gratuita, abstinencia, disciplina, fidelidad, obediencia, perdón sincero, humildad, nos chocan en el oído, nos hacen mal, creemos que son realidades anticuadas y superadas. Existe hoy una ideología de la vida fácil, que prometiéndonos con el mínimo esfuerzo todas las delicias nos está destruyendo desde nuestro interior.
Son muchos hoy los que no son capaces de llevar adelante los estudios con las exigencias que se hacen o sueñan en ser atletas pero no aguantan los ejercicios y las disciplinas. Muchos esperan ser felices en el matrimonio, pero son incapaces de una auténtica colaboración, de dialogo, de fidelidad y de perdón. Muchos quieren crecer en un trabajo pero no tienen la perseverancia y el empeño. Quieren ser padres o madres pero sin asumir la responsabilidad que esto implica. Tal cultura del todo fácil, nos está arruinando, más que nunca las palabras de Jesús encuentran un sentido fuerte. Quién quiere perseverar su vida la destruye, pero quien la dona, la conserva.
Esta es la pregunta que hoy Jesús nos hace, ¿qué estás haciendo con tu vida? ¿Estás muy preocupado sólo contigo mismo, con tus cosas con tus comodidades? ¿o eres también capaz de una renuncia por el bien de los demás? ¿Eres un grano de trigo dispuesto a morir para dar vida, para dar mucho fruto o piensas de conservarte y morir estéril?
Es increíble, pero cuanto menos somos capaces de vencer a nuestro egoísmo, a nosotros mismos, tanto más nos hundimos, tanto más nos arruinamos. Solo es verdaderamente libre quien ya venció a sí mismo.
Paz y bien.
Todos estamos embriagados de la cultura que siempre piensa primero en sus propias ventajas, vivimos buscando siempre la mayor comodidad personal. Somos especialistas en defender nuestros derechos y aún más en presentar nuestras excusas. En nuestros días, palabras como, renuncia, penitencia, corrección, sacrificio, donación gratuita, abstinencia, disciplina, fidelidad, obediencia, perdón sincero, humildad, nos chocan en el oído, nos hacen mal, creemos que son realidades anticuadas y superadas. Existe hoy una ideología de la vida fácil, que prometiéndonos con el mínimo esfuerzo todas las delicias nos está destruyendo desde nuestro interior.
Son muchos hoy los que no son capaces de llevar adelante los estudios con las exigencias que se hacen o sueñan en ser atletas pero no aguantan los ejercicios y las disciplinas. Muchos esperan ser felices en el matrimonio, pero son incapaces de una auténtica colaboración, de dialogo, de fidelidad y de perdón. Muchos quieren crecer en un trabajo pero no tienen la perseverancia y el empeño. Quieren ser padres o madres pero sin asumir la responsabilidad que esto implica. Tal cultura del todo fácil, nos está arruinando, más que nunca las palabras de Jesús encuentran un sentido fuerte. Quién quiere perseverar su vida la destruye, pero quien la dona, la conserva.
Esta es la pregunta que hoy Jesús nos hace, ¿qué estás haciendo con tu vida? ¿Estás muy preocupado sólo contigo mismo, con tus cosas con tus comodidades? ¿o eres también capaz de una renuncia por el bien de los demás? ¿Eres un grano de trigo dispuesto a morir para dar vida, para dar mucho fruto o piensas de conservarte y morir estéril?
Es increíble, pero cuanto menos somos capaces de vencer a nuestro egoísmo, a nosotros mismos, tanto más nos hundimos, tanto más nos arruinamos. Solo es verdaderamente libre quien ya venció a sí mismo.
Paz y bien.
Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.
«En verdad les digo: Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto.» (Jn 12, 24).
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Primera Lectura: Jeremías 31,31-34
"Haré una alianza nueva y no recordaré sus pecados"
"Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor -oráculo del Señor-. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "Reconoce al Señor." Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados."
Salmo responsorial: 50
(Escuchar el salmo y descargar mp3)
"Oh Dios, crea en mí un corazón puro."
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa; / lava del todo mi delito, / limpia mi pecado. R.
Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme; / no me arrojes lejos de tu rostro, / no me quites tu santo espíritu R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, / afiánzame con espíritu generoso: / enseñaré a los malvados tus caminos, / los pecadores volverán a ti. R.
Segunda Lectura: Hebreos 5,7-9
"Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna"Oh Dios, crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme; / no me arrojes lejos de tu rostro, / no me quites tu santo espíritu R.
Devuélveme la alegría de tu salvación, / afiánzame con espíritu generoso: / enseñaré a los malvados tus caminos, / los pecadores volverán a ti. R.
Segunda Lectura: Hebreos 5,7-9
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando es su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Evangelio: Juan 12,20-33
"Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto"
Evangelio: Juan 12,20-33
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: "Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre." Entonces vino una voz del cielo: "Lo he glorificado y volveré a glorificarlo." La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: "Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí." Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
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