REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.
Martes 31 de mayo de 2016
"FIESTA DE LA VISITACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA"
María, cuando supo que su prima anciana estaba embarazada y necesitaba de ayuda, fue apresurada a su casa para servirle. Este es el espíritu de la Virgen: cuando sabe que alguien la necesita va apresurada para ayudar. También con nosotros ella hace lo mismo. Está siempre dispuesta a tendernos una mano, a venir en nuestras casas. Aunque seamos indignos y pecadores ella no mide esfuerzos para llevar a Jesús hasta nosotros. Recibamos a la Virgen María, escuchemos su saludo, dejémonos llenar del Espíritu Santo con su presencia y aprendamos de esta ilustre visitante a estar disponibles y apresurados para servir. Paz y bien.
Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.
"¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?". (Lc 1, 43)
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Primera Lectura: Sofonías 3,14-18
"El Señor será el rey de Israel, en medio de ti"
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta." Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.
Interleccional: Isaías 12,2-6
"Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel."
El Señor es mi Dios y salvador: / confiaré y no temeré, / porque mi fuerza y mi poder es el Señor, / él fue mi salvación. / Y sacaréis aguas con gozo / de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, / invocad su nombre, / contad a los pueblos sus hazañas, / proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, / anunciadlas a toda la tierra; / gritad jubilosos, habitantes de Sión: / "Qué grande es en medio de ti / el Santo de Israel." R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, / anunciadlas a toda la tierra; / gritad jubilosos, habitantes de Sión: / "Qué grande es en medio de ti / el Santo de Israel." R.
Evangelio: Lucas 1,39-56
"¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?"
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
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