REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.
Domingo 15 de mayo de 2016
"SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS"
Pero si alguien no vivió profundamente el tiempo de la Pascua, no entenderá el verdadero sentido de Pentecostés y no rebosará de sus dones, entonces para estos, esta fiesta podrá ser punto de partida, tal vez no como de los apóstoles, pero sí como el de las personas que en ese día escucharon su predicación y decidieron adherirse a la fe, empezando un nuevo estilo de vida. ¡Coraje!, esta fiesta es para todos. Paz y bien.
Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.
“Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo." (Jn. 20, 22).
¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!
La Iglesia nos invita a celebrar en este domingo la Fiesta de Pentecostés. Pero esta no es una fiesta aislada e independiente, ella es la culminación del tiempo pascual. Desde la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el Espíritu Santo va tomando cada vez más espacio. O en otras palabras: el tiempo pascual es todo pentecostal, pues si recordamos bien, ya en la cruz cuando Jesús murió dice el evangelio: "e inclinando la cabeza entregó el espíritu." Después en una de las apariciones sopló sobre los apóstoles y dijo: "reciban el Espíritu Santo..." A otros les hizo arder el corazón en el camino, y les abrió los ojos al partir del pan. Todas estas son acciones propias del Espíritu Santo. Por eso no debemos perder la conexión con la Pascua de Jesús, si queremos verdaderamente celebrar esta fiesta.
Pentecostés no es una experiencia mágica de un solo día. Pentecostés es un proceso de apertura a Dios, de entrega, de oración, de revisión de vida, de conversión, de vencer los miedos...
Los Apóstoles y la Virgen María no fueron sorprendidos por el Espíritu Santo, ellos esperaban, estaban en constante oración. Ellos no se hacían ilusiones en cuanto a sus dones pues sabían que tener al Espíritu Santo y actuar según su moción significaba aprender a imitar a Jesús. No es que esperaban al Espíritu Santo para tener aureolas vistosas, para hablar con palabras difíciles, para entender todos los misterios, para hacer milagros y ser aplaudidos por todos o para no tener más dificultades en la vida. Ellos sabían muy bien que era para aprender a lavar los pies de los demás como lo hizo Jesús; que era para poder perdonar generosamente hasta de igual forma a aquellos que nos hieren; que era para ser capaces de dar la propia vida por los amigos; que era para conseguir decir la verdad, aunque por ello tuvieran algunos disfavores; que era para ver en cada persona la impresión de Dios, aun en aquellas más débiles; que era para saber abrazar la cruz de cada día con amor y ternura...
Y, nosotros, ¿qué cosa celebramos en el día de Pentecostés?
Es muy importante que también podamos celebrar esta fiesta no solamente como un recuerdo del pasado, ella debe ser actual para cada cristiano. Nosotros debemos vivirla como nuestra fiesta de Pentecostés. Debemos salir de la Iglesia, este domingo, llenos de este Espíritu, de esta fuerza que nos anima y mueve a hacer lo mismo que hizo Jesús. También para nosotros esta fiesta debe ser la culminación del tiempo de la Pascua, el día en que todas las enseñanzas de estos cincuenta días empiezan a rebosar en nuestros corazones.
Pero si alguien no vivió profundamente el tiempo de la Pascua, no entenderá el verdadero sentido de Pentecostés y no rebosará de sus dones, entonces para estos, esta fiesta podrá ser punto de partida, tal vez no como de los apóstoles, pero sí como el de las personas que en ese día escucharon su predicación y decidieron adherirse a la fe, empezando un nuevo estilo de vida.
¡Coraje!, esta fiesta es para todos.
Pero si alguien no vivió profundamente el tiempo de la Pascua, no entenderá el verdadero sentido de Pentecostés y no rebosará de sus dones, entonces para estos, esta fiesta podrá ser punto de partida, tal vez no como de los apóstoles, pero sí como el de las personas que en ese día escucharon su predicación y decidieron adherirse a la fe, empezando un nuevo estilo de vida.
¡Coraje!, esta fiesta es para todos.
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino._______________________________________________________
MISA DE LA VIGILIA
Primera Lectura: Génesis 11, 1-9
"Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra"
Toda la tierra hablaba la misma lengua con las mismas palabras.
Al emigrar (el hombre) de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros: "Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos."
Emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento.
Y dijeron: "Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra."
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo: "Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo."
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad.
Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.
O BIEN:
Éxodo 19,3-8a.16-20b
"El Señor bajó al monte Sinaí a la vista del pueblo"
En aquellos días, Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo: "Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: "Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa." Éstas son las palabras que has de decir a los israelitas." Moisés convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado. Todo el pueblo, a una, respondió: "Haremos todo cuanto ha dicho el Señor."
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.
Salmo responsorial: 103
(Escuchar el salmo y descargar mp3)
"Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.".
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R.
Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas, bendice alma mía al Señor. R.
Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo; se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes. R.
Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.
Segunda Lectura: Romanos 8,22-27
"El Espíritu intercede con gemidos inefables"Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas, bendice alma mía al Señor. R.
Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo; se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes. R.
Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.
Segunda Lectura: Romanos 8,22-27
Hermanos: Sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia. Pero además el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Evangelio: Juan 7, 37-39
"Manarán torrentes de agua viva"
Evangelio: Juan 7, 37-39
El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús, en pie, gritaba: "El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba.
Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva."
Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él.
Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.
MISA DEL DÍA:
Hechos de los apóstoles 2,1-11
"Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar"
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua."
Salmo responsorial: 103
Les retiras el aliento, y expiran / y vuelven a ser polvo; / envías tu aliento, y los creas, / y repueblas la faz de la tierra. R.
Gloria a Dios para siempre, / goce el Señor con sus obras. / Que le sea agradable mi poema, / y yo me alegraré con el Señor. R.
1Corintios 12,3b-7.12-13
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Evangelio: Juan 14, 15-16. 23b-26
Hechos de los apóstoles 2,1-11
"Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar"
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban: "¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua."
Salmo responsorial: 103
"Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.".
Bendice, alma mía, al Señor: / ¡Dios mío, qué grande eres! / Cuántas son tus obras, Señor; / la tierra está llena de tus criaturas. R.
Les retiras el aliento, y expiran / y vuelven a ser polvo; / envías tu aliento, y los creas, / y repueblas la faz de la tierra. R.
Gloria a Dios para siempre, / goce el Señor con sus obras. / Que le sea agradable mi poema, / y yo me alegraré con el Señor. R.
1Corintios 12,3b-7.12-13
"Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo"
Hermanos: Nadie puede decir "Jesús es Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todo hemos bebido de un solo Espíritu.
Juan 20,19-23
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todo hemos bebido de un solo Espíritu.
Juan 20,19-23
"Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo"
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en su casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros." Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envió yo." Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."
En el presente ciclo C pueden utilizarse también las siguientes lecturas:
Segunda Lectura: Romanos 8, 8-17
"Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios"
Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
"Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios"
Hermanos: Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Así pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: "¡Abba!" (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Evangelio: Juan 14, 15-16. 23b-26
"El Espíritu Santo os lo enseñará todo"
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros.
El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho." El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
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