OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES Y ESPIRITUALES
Al amar al prójimo desde Dios, hay un flujo de gracia invisible, que
viene de Dios y que va más allá de la ayuda misma que se está dando.
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales
ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf Is
58, 6-7: Hb 13, 3).
1. ¿Cuál es el primero y más importante de los mandamientos?
Amar a Dios sobre todas las
cosas y al prójimo como a ti mismo.
Hoy vamos a ver la relación
entre el amor a Dios y el amor al prójimo…
2. Cuando ustedes piensan en amar al prójimo, en hacer caridad, en
ayudar a los demás, ¿qué ideas le vienen a la cabeza? ¿Cómo amar al prójimo?.......
3. ¿En qué parte de la Biblia hay una especie de lista sobre cómo
mostrar nuestro amor al prójimo en algunos aspectos materiales?
En la descripción del Juicio
Final que el mismo Jesucristo nos da en el Evangelio de San Mateo.
“Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber;
forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me
visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. (Mt. 25, 35-36)
4. La Iglesia nos ha dado un listado bastante completo, basado en este
texto bíblico, que nos sirve de guía en nuestro amor al prójimo. ¿Lo conocen?
Son las llamadas Obras de
Misericordia: Corporales y Espirituales.
5. Veamos primero qué significa misericordia ...
Miser= miseria. Cordia=corazón.
Misericordia significa sentir
con el otro sus miserias y necesidades, y –como consecuencia de ese compasión
(sentir con) – ayudarlo, auxiliarlo.
6. ¿Cuántas y cuáles son las Obras de Misericordia?
En total son 14: 7 Corporales y
7 Espirituales.
OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA
1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos
OBRAS ESPIRITUALES DE
MISERICORDIA
1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo
necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las injurias
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia los
defectos de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y
difuntos
Las Obras de Misericordia
Corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su
descripción del Juicio Final.
7. Y ¿de dónde sale la lista de las Espirituales?
La lista de las Obras de
Misericordia Espirituales la ha tomado la Iglesia de otros textos que están a
lo largo de la Biblia y de actitudes y enseñanzas del mismo Cristo: el perdón,
la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento, etc.
8. El Amor a Dios viene antes del amor al prójimo.
Antes de analizar cada una de
las Obras de Misericordia tenemos que tener en cuenta algo muy importante:
primero hay que amar a Dios.
El amor al prójimo es el FRUTO
de nuestro amor a Dios.
No podemos dejar de amar al
prójimo, pero no podemos poner lo segundo de primero, ni lo primero de segundo.
Como dice el dicho: la carreta no puede ir delante de los caballos. Primero es
Dios y después el prójimo.
La prueba de que amamos a Dios, es que amamos al prójimo, pero:
Nuestro amor al prójimo debe ser
un reflejo de nuestro amor a Dios.
Si pretendemos primero amar a
los demás sin antes amar a Dios, estamos siendo altruístas, filántropos,
benefactores. Eso no está mal, pero eso lo puede hacer y de hecho lo hace
cualquiera que no sea cristiano y que no lo haga por ser cristiano. Lo puede
hacer, por ejemplo, un buen gobernante o cualquier que pertenezca a una ONG
nacional o internacional.
El Católico tiene que amar al
prójimo desde Dios.
El resultado de la ayuda que se
brinde puede aparentar ser el mismo: se resuelve un problema personal o social,
pero no es igual para nuestra alma, tampoco es igual para quien recibe la
ayuda.
Al amar al prójimo desde Dios,
hay un flujo de gracia invisible, que viene de Dios y que va más allá de la
ayuda misma que se está dando.
9. Amor a Dios y amor al prójimo, como los maderos de la Cruz:
Se ha comparado el doble
mandamiento del amor a los maderos de una cruz, a los parales que forman la
Cruz de Cristo, la cruz del cristiano:
- el madero vertical representa nuestro amor a Dios, pues va en sentido hacia arriba, hacia el Cielo.
- el madero horizontal representa el amor a los demás, a los semejantes, a los que están a nuestra altura, pues va en sentido lateral.
Veamos ... ¿Cuál de los dos
maderos es el primero? ¿Cuál de los dos no puede sostenerse solo? ... Es clara
la comparación ¿no? El Amor a Dios es lo que sostiene nuestro amor al prójimo.
No puede haber amor al prójimo sin amor a Dios.
El ejemplo más claro de cómo funciona el Amor es la Santísima Virgen María en su visita a su prima Santa Isabel. La Virgen fue portadora de Dios, pues llevaba a Dios recién encarnado en su seno. Y Santa Isabel lo supo de inmediato, pues San Juan Bautista (que estaba en el vientre de Isabel) lo hizo saber con grandes saltos de alegría. (ver Lc. 1, 39-44)
Esta exigencia se refiere tanto
a lo espiritual, como a lo material.
Esto de enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de hecho- todos son enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser un mandato muy exigente. En Venezuela hay la foto que dio vuelta al mundo, pues ganó un Premio Pulitzer, de un Sacerdote, bien identificado con sotana, en medio de un tiroteo en Puerto Cabello en los años ’60, sosteniendo un soldado casi muerto ya.
Al amar a los demás, tenemos que
ser portadores de Dios ... aunque no lo digamos, porque no tenemos que estar
pregonando que aquí venimos en nombre de Dios. Eso no hay que hacerlo, por
supuesto. Nuestro amor a Dios que es la fuente de nuestro amor al prójimo no
hay que pregonarlo.
El ejemplo más claro de cómo funciona el Amor es la Santísima Virgen María en su visita a su prima Santa Isabel. La Virgen fue portadora de Dios, pues llevaba a Dios recién encarnado en su seno. Y Santa Isabel lo supo de inmediato, pues San Juan Bautista (que estaba en el vientre de Isabel) lo hizo saber con grandes saltos de alegría. (ver Lc. 1, 39-44)
Así debe ser nuestro amor por
los demás: llevándoles a Dios que habita en nosotros. Aunque el auxiliado no lo
exprese igual que San Juan Bautista y Santa Isabel, la persona va a recibir
muchas gracias del Señor, muchas más que las que cree estar necesitando, muchas
más de las que nosotros creamos estar aportando con nuestro auxilio!
10. El ejercicio de la Obras de Misericordia comunica gracias a quien
las ejerce.
Veamos cómo nos beneficia a nosotros el hacer Obras de
Misericordia...
Quien ejerce el amor al prójimo
desde el amor a Dios recibe gracias, pues con las obras de misericordia, está
haciendo la Voluntad de Dios. “Den y se les dará” (Lc. 6, 38).
Decíamos que una manera de ir
borrando la pena purificante que merecen nuestros pecados ya perdonados
(Purgatorio) es mediante obras buenas. Obras buenas son, por supuesto, las
Obras de Misericordia. “Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos
alcanzarán misericordia” (Mt.5, 7), es una de las Bienaventuranzas.
Además las Obras de Misericordia
nos van ayudando a avanzar en el camino al Cielo. Es como si ahorráramos para
el Cielo. “No se hagan tesoros en la tierra”, dice el Señor, “Acumulen tesoros
en el Cielo” (Mt. 6, 19 y 20). Al seguir esta máxima del Señor cambiamos los
bienes temporales por los eternos, que son los que valen de verdad.
11. ¿Qué sucede si ayudamos a alguien como un mero acto de filantropía?
Si la ayuda la damos
independientemente del amor a Dios, no tiene ningún mérito para nuestra vida
espiritual. Es filantropía o altruismo. Se resuelve el problema y la necesidad
de alguien, pero no merecemos en nada para nuestra vida espiritual.
Cuando actuamos por filantropía,
efectivamente la persona recibe la ayuda que requiere. Pero al ayudar desde
nosotros mismos y no desde el amor a Dios, siempre se presenta el riesgo de yo
ser portador de mí mismo y no de Dios. Eso no es amor cristiano, es ayuda; no
es que sea mala, pero no es lo que Dios nos pide.
Bien lo dice Jesús en sus
Diálogos a Santa Catalina de Siena, santa seglar de la Orden de Santo Domingo: “Quiera o no quiera, el hombre se ve precisado a ejercer la caridad (la
ayuda) con su prójimo. Aunque, si no la ejercita por amor a Mí, no tiene aquel
acto ningún valor sobrenatural”.
12. Vamos a ver cada una de las Obras de Misericordia, comenzando por
las Corporales.
Vamos a buscar primero ejemplos de la Biblia y luego ejemplos
prácticos.
12.1. DAR DE COMER AL HAMBRIENTO
12.2. DAR DE BEBER AL SEDIENTO
Estas dos primeras son
complementarias y se refieren a la ayuda que podemos dar en alimento o en
dinero a los necesitados.
Los bienes que poseemos, ¡si son
bien habidos!, también nos vienen de Dios. Y debemos responder a Dios por éstos
y por el uso que le hayamos dado.
Dios nos exigirá de acuerdo a lo
que nos ha dado:
Parábola de los Talentos (Mt. 25,14-30). Por cierto, no es por
casualidad, que viene contada en el Evangelio de San Mateo, justamente antes de
la escena del Juicio Final, donde habla de las Obras de Misericordia.
“A quien mucho se le da, mucho se le exigirá (Lc. 12, 48).
Podemos dar de lo que nos sobra.
Esto está bien. Pero podemos dar de lo que no nos sobra. Por supuesto, el Señor
ve lo último con mejores ojos.
Recordemos a la pobre viuda muy
pobre que dio para el Templo las últimas dos moneditas que le quedaban. No es
una parábola, es un hecho real que nos relata el Evangelio. Cuando Jesús vio lo
que daban unos y otros hizo notar esto: “Todos dan a Dios de lo que les sobra.
Ella, en cambio, dio todo lo que tenía para vivir” (Lc. 21, 1-4).
Esta viuda recuerda otra
historia del Antiguo Testamente sobre la viuda de Sarepta, en tiempos del
Profeta Elías.Ella alimentó al Profeta Elías con lo último que le quedaba para
comer ella y su hijo, en un tiempo de una hambruna terrible. Y ¿qué sucedió Que
no se le agotó ni la harina y ni el aceite con que preparó el pan para el
Profeta. (Ver 1 Reyes 17, 7-16).
A veces no sabemos a quién
alimentamos: Abraham recibió a tres hombres que era ¡nada menos! que la
Santísima Trinidad (algunos piensan que eran 3 Angeles), los cuales le
anunciaron el nacimiento de su hijo Isaac en menos de un año (ver Gn. 19,
1-21). Y, a pesar, de la risa de Sara, así fue. (Por cierto el nombre de Isaac
significa: "Aquel que hará reír" o “Aquél con el que Dios se reirá”).
Sobre dar de beber al sediento, la mejor historia de la Biblia es la de
la Samaritana a quien el Señor le pide de beber. (Ver Jn. 4, 1-45)
12.3. DAR POSADA AL NECESITADO:
En la antigüedad el dar posada a
los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de
las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir
a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino
por alguna verdadera necesidad.
Y no sabemos a quién ayudamos.
Algunos han ayudado a Ángeles bajo formas humanas: A Abraham y Lot les sucedió
esto. Esto lo recuerda posteriormente San Pablo: “No dejen de practicar la
hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Ángeles sin saberlo”. (Hb. 13,
2)
12.4. VESTIR AL DESNUDO:
Esta obra de misericordia se nos
facilita con las recolecciones de ropa que se hacen en Parroquias y otros
centros de recolección. Recordar que, aunque demos ropa usada, no es dar lo que
está ya como para botar o para convertir en trapos de limpieza. En esto también
podemos dar de lo que nos sobra o ya no nos sirve, pero también podemos dar de
lo que aún es útil.
12.5. VISITAR AL ENFERMO:
No se trata de visitas sociales,
por cumplir. Se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos,
tanto en cuido físico, como en compañía. Y la atención más importante en casos
de vejez y enfermedades graves es la atención espiritual.
El mejor ejemplo de la Sagrada
Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no
poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a
otro a quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37)
El visitar al enfermo incluye el
auxilio a los heridos.
12.6. SOCORRER A LOS PRESOS:
Esto implica visitar a los
presos y darles ayuda material y muy especialmente, asistencia espiritual (para
ayudarlos a enmendarse y ser personas útiles y de bien cuando terminen el
tiempo asignado por la justicia).
Significa también rescatar a los
inocentes y secuestrados. En la antigüedad los cristianos pagaban para liberar
esclavos o se cambiaban por prisioneros inocentes. Hoy en día este mandato es
relevante con prisioneros inocentes y secuestrados ¿no?
12.7. ENTERRAR A LOS MUERTOS:
El más famoso muerto enterrado y
en una tumba que no era propia fue el mismo Jesucristo. José de Arimatea
facilitó una tumba de su propiedad para el Señor. Pero no sólo eso, sino que
tuvo que tener valor para presentarse a Pilato y pedir el cuerpo de Jesús. Y
también participó Nicodemo, quien ayudó a sepultarlo. (Jn. 19, 38-42)
Esto de enterrar a los muertos parece un mandato superfluo, porque –de hecho- todos son enterrados. Pero, por ejemplo, en tiempo de guerra, puede ser un mandato muy exigente. En Venezuela hay la foto que dio vuelta al mundo, pues ganó un Premio Pulitzer, de un Sacerdote, bien identificado con sotana, en medio de un tiroteo en Puerto Cabello en los años ’60, sosteniendo un soldado casi muerto ya.
¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo humano?
Por que el cuerpo humano ha sido
alojamiento del Espíritu Santo. Somos “templos del Espíritu Santo”. (1 Cor 6,
19).
Pero ... ¿saben que está sucediendo hoy en día con los cuerpos
cremados, hechos cenizas?
Se está irrespetando a lo que ha
sido templo del Espíritu Santo, porque la gente esparce las cenizas por donde
se le ocurre, no dándole una sepultura digna. ¡Hasta se hacen dijes colgantes
para guardar el recuerdo del difunto! O se tienen las cenizas expuestas en la
casa (!!!)
NORMAS DE LA IGLESIA SOBRE CREMACION Y CENIZAS
"La Iglesia permite la
incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del
cuerpo" (Catecismo de la Iglesia Católica # 2301).
Aunque la Iglesia claramente
prefiere y urge que el cuerpo del difunto esté presente en los ritos funerales,
estos ritos pueden celebrarse también en presencia de los restos incinerados
del difunto.
Cuando por razones válidas no es
posible que los ritos se celebren en presencia del cuerpo del difunto, debe
darse a los restos incinerados el mismo tratamiento y respeto debido al cuerpo
humano del cual proceden.
Este cuidado respetuoso
significa el uso de un recipiente digno para contener las cenizas; debe
expresarse en la manera cuidadosa en que sean conducidos y en el sitio de su
colocación final. Los restos incinerados deben ser sepultados en una fosa o en
un mausoleo o en un columbario (nicho).
La práctica de esparcir los restos incinerados en el mar, desde el aire
o en la tierra, o de conservarlo en el hogar de la familia del difunto, no es
la forma respetuosa que la Iglesia espera y requiere para sus miembros. (Orden
de Funerales Cristianos, Apéndice No. 2, Incineración, No. 417)
13.1. ENSEÑAR AL QUE NO SABE:
Consiste en enseñar al ignorante
sobre temas religiosos o sobre cualquier otra cosa de utilidad. Esta enseñanza
puede ser a través de escritos o de palabra, por cualquier medio de
comunicación o directamente.
"Quien instruye a muchos para que sean justos, brillarán como estrellas
en el firmamento”. (Dan. 12, 3b)
13.2. DAR BUEN CONSEJO AL QUE LO NECESITA:
Aquí es bueno destacar que el
consejo debe ser ofrecido, no forzado. Y, la mayoría de las veces es preferible
esperar que el consejo sea requerido.
Asimismo, quien pretenda dar un
buen consejo debe, primeramente, estar en sintonía con Dios. Sólo así su
consejo podrá ser bueno. No se trata de dar opiniones personales, sino de veras
aconsejar bien al necesitado de guía.
“Los guías espirituales brillarán como resplandor del firmamento”.
(Dan. 12, 3a).
13.3. CORREGIR AL QUE ESTA EN ERROR:
No se trata de estar corrigiendo
cualquier tipo de error. Esta obra se refiere sobre todo al pecado. Otra manera
de formular esta Obra de Misericordia es así: Corregir al pecador.
Es de suma importancia seguir
los pasos de la corrección fraterna que Jesús nos dejó muy bien descritos: “Si
tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te
escucha, has ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo una o dos
personas más, de modo que el caso se decida por la palabra de dos o tres
testigos. Si se niega a escucharlos, informa a la asamblea (o a los
superiores)”. (Mt. 19, 15-17)
Para cumplir esta Obra de
Misericordia convenientemente hay que tener en cuenta dos cosas: que pueda
preverse un resultado positivo a nuestra corrección y que no nos causemos un
perjuicio a nosotros mismos.
Debemos corregir a nuestro
prójimo con mansedumbre y suma consideración. Una corrección ruda puede tener
el efecto contrario
No podemos convertirnos en
gendarmes de la gente; es decir en estar pendientes de todo lo que haga la
gente. Sin embargo, corregir al errado en fe y moral es un consejo del Señor.
Así termina el Apóstol Santiago su Carta: “Sepan esto: el que endereza a un
pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de
muchos pecados”. (St. 5, 20).
13.4. PERDONAR LAS INJURIAS:
“Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos
ofenden”, es un punto del Padre Nuestro, que el Señor aclara un poco más en San
Mateo, al final del Padre Nuestro: “Queda bien claro que si ustedes perdonan
las ofensas de los hombres, también el Padre Celestial los perdonará. En
cambio, si no perdonan las ofensas de los hombres, tampoco el Padre los
perdonará a ustedes”. (Mt. 6, 14-15).
Perdonar las ofensas significa
que no buscamos vengarnos, ni tampoco conservamos resentimiento al respecto.
Significa tratar a quien nos ha ofendido de manera amable. No significa que
tenemos que renovar una antigua amistad, sino llegar a un trato aceptable.
El mejor ejemplo de perdón en el
Antiguo Testamento es el de José, que perdonó a sus hermanos el que hubieran
tratado de matarlo y luego hayan decidido venderlo. “No se apenen ni les pese
por haberme vendido, porque Dios me ha enviado delante de ustedes para
salvarles la vida”. (Gen. 45, 5).
Y el mayor perdón del Nuevo
Testamento: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lc. 23, 34).
13.5. CONSOLAR AL TRISTE:
El consuelo para el triste o
deprimido se asemeja al cuido de un enfermo.Y es muy necesario, pues las
palabras de consuelo en la aflicción pueden ser determinantes.
Aquí pueden entrar la atención
de conversación con los ancianos, que tanto nos han dado y que en su vejez
requieren que alguien les oiga, les converse, los distraiga.
3.6. SUFRIR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DE LOS DEMAS:
La tolerancia y la paciencia
ante los defectos ajenos es virtud y es una obra de misericordia.
Sin embargo, hay un consejo muy
útil: cuando el soportar esos defectos causa más daño que bien, no se debe ser
tolerante. Con mucha caridad y suavidad, debe hacerse la advertencia.
13.7. ORAR POR VIVOS Y DIFUNTOS:
La oración por los demás, estén
vivos y muertos, es una obra buena. San Pablo recomienda orar por todos, sin
distinción, también por gobernantes y personas de responsabilidad, pues “El
quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. (ver 1 Tim
2, 2-3).
Los difuntos que están en el
Purgatorio dependen de nuestras oraciones. Es una buena obra rezar por éstos
para que sean libres de sus pecados. (ver 2 Mac. 12, 46)
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