REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.
Domingo 10 de julio de 2016
"AMARÁS AL SEÑOR, TU DIOS Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO."
El amor a Dios y al prójimo son las dos caras de la misma moneda y en ellos encontramos el resumen de toda la Ley. La Palabra de Dios es clara: nuestro amor a Él se hace concreto cuanto amamos al hermano. Es una ilusión creer que amo a Dios si soy insensible con mi prójimo. Sin embargo, a veces quiero justificarme diciendo que no sé quién es mi prójimo. Jesús hoy nos deja muy claro: es cualquier persona necesitada que encuentro caída en mi camino, sea quien sea. Descubramos el gusto de servir. Ayudar al otro nos hace feliz. Paz y bien.
Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.
Amarás al Señor tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo. (…) Y quién es mi prójimo?." (Lc 10,27.29).
¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!
Generalmente todos nosotros sabemos cuáles son los mandamientos. Sabemos que el más importante es amar a Dios y amar al prójimo. Pero muchas veces, también nosotros, al igual que el Maestro de la Ley del Evangelio, queremos justificarnos diciendo que no sabemos exactamente quien es nuestro prójimo.
Es en estas condiciones que Jesús cuenta la parábola del Buen Samaritano, para hacernos entender que nuestro prójimo es quien encontramos caído en nuestro camino. Y, en este imperativo de amarlo, no importa quién sea la persona que está caída, ni tampoco quienes somos nosotros. Jesús aclara también que no existe ley en el mundo que pueda justificar la falta de solidaridad.
Voy a intentar explicar esto que estoy diciendo a partir del texto. Un hombre fue robado, fue abandonado y muy golpeado, en el camino. No podía valerse por sí mismo y solamente con la ayuda de alguien podría recuperarse. En este camino, viene un sacerdote, hombre que conoce las escrituras y los mandamientos, que sabe del precepto de amar al prójimo, pero también conocía otra ley, que afirmaba que aquellos que tocasen sangre se quedaban impuros y no podrían ejercer el ministerio sacerdotal, antes de ser purificado. Así él, tiene un justificativo para no hacer nada y dejarlo, pasando por el otro lado del camino. Tal vez él debería preguntarse: ¿cuál es la ley más importante?
También pasa un Levita, lo mismo que dijimos para el sacerdote puede ser dicho para el Levita, que es un miembro de la tribu sacerdotal. Pero, podremos acrecentar que tal vez por su status, él podría creer que este no era un servicio para él, y que ciertamente pasarían otras personas que lo ayudarían. El hecho es que, en medio a sus raciocinios él creyó que podría pasar ante el, de largo.
Al final viene un samaritano, hombre despreciado por los judíos, porque lo consideraban impuro, infiel a los preceptos de Dios. Pero este hombre "vio y se compadeció" por el hermano que estaba allí caído (los otros dos solamente lo vieron, pero no se compadecieron). Él fue capaz de no pensar solamente en sí mismo. Ciertamente, esta parada iba a retrasar su viaje. Seguramente, ayudarlo iba a darle perjuicio, pero él sabía que un hombre caído al borde de su camino y que lo necesitaba, era lo más importante en aquel momento.
De aquí podemos concluir que no es importante quien sea la persona caída. No tiene sentido hacer primero una evaluación moral de ella, para saber si merece o no ser ayudada. El hecho de estar caída y lastimada al borde del camino, basta como motivo, para la obligación cristiana de ayudarla.
Por otro lado, nadie puede esquivarse en sus títulos o en sus funciones. Todos tenemos la obligación de socorrer a los necesitados: padres, obispos, laicos, ricos, pobres... Este mandamiento es anterior a cualquier otro ministerio. Tampoco es legítima ninguna otra ley que justifique el hecho de pasar de largo.
En la vida debemos saber discernir cuales son las prioridades. Pienso que este buen samaritano, nos tiene mucho a enseñar. En primer lugar, debemos aprender de él que es lo que significa tener compasión. Muchas veces también nosotros ya tenemos el corazón frío. Estamos tan ensimismados que hasta vemos, pero ya no nos conmueve. Ya nos habituamos a ver personas caídas, y nos justificamos diciendo que yo no puedo salvar a todos (y con esta excusa no salvamos a nadie).
El buen samaritano nos enseña aun, que quien ayuda, siempre pierde alguna cosa: tiempo, dinero, se ensucia, se cansa... y a veces hasta se complica... Pero él sabe, que son estas cosas que dan sabor a la vida.
Solamente consigue asumir las perdidas por ayudar a los demás, quien ya descubrió que la vida tiene un sentido, una dirección. Aquí vale la pena recordar la frase que comentamos hace tres domingos: "El que quiera asegurar su vida la perderá, pero el que pierde su vida por causa mía, la asegurará."
O Jesús, buen samaritano de toda la humanidad, ayúdanos a sentir compasión de aquellos que vemos caídos en nuestros caminos.
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la Paz.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino._______________________________________________________
Primera Lectura: Deuteronomio 30, 10-14
"El mandamiento está muy cerca de ti; cúmplelo"
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Escucha la voz del Señor, tu Dios, guardando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el código de esta ley; conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma.
Porque el precepto que yo te mando hoy no es cosa que te exceda, ni inalcanzable; no está en el cielo, no vale decir: "¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"; ni está más allá del mar, no vale decir: "¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?"
El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo."
Salmo responsorial: 68
(Escuchar el salmo y descargar mp3)
"Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón."
Mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude. Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.
Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R.
El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.
Segunda Lectura: Colosenses 1, 15-20
"Todo fue creado por él y para él"Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. R.
El Señor salvará a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.
Segunda Lectura: Colosenses 1, 15-20
Cristo Jesús es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Evangelio: Lucas 10, 25-37
"¿Quién es mi prójimo?"
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Evangelio: Lucas 10, 25-37
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?"
Él le dijo: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?"
Él contestó: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo."
Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida."
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?"
Él contestó: "El que practicó la misericordia con él."
Díjole Jesús: "Anda, haz tú lo mismo."
Él le dijo: "Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida."
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?"
Jesús dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él, y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta." ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?"
Él contestó: "El que practicó la misericordia con él."
Díjole Jesús: "Anda, haz tú lo mismo."
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