REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.
Domingo 24 de julio de 2016
"PIDAN Y SE LES DARÁ, BUSQUEN Y HALLARÁN."
Dios responde a nuestro esfuerzo. Cuando nos interesamos –y con perseverancia ponemos de nuestra parte– Dios nos bendice y hace que nuestras obras prosperen. Nuestro Dios es un Padre amoroso, que quiere acompañar a sus hijos con gracias especiales cuando oramos, cuando trabajamos, cuando nos esforzamos. Jamás el Señor deja sin respuesta el clamor de sus hijos. Aun cuando lo que pedimos es un disparate, él nos escucha y nos regala lo que realmente necesitamos. Pero si nunca pido, busco o llamo… estaré perdiendo muchas oportunidades de la gracia de Dios en mi vida. ¡Haz la prueba! Paz y bien.
Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.
Pidan y se les dará, busquen y hallarán." (Lc 11,9).
¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!
En este fin de semana la liturgia nos hace celebrar el misterio de la oración y su importancia en nuestras vidas.
Uno de los discípulos pidió a Jesús que les enseñara a orar. Y él les enseñó el Padre Nuestro y después les hizo un discurso sobre la importancia de la oración.
El Padre Nuestro es sin dudas, la mejor oración que tenemos pues nos fue entregado por el propio Dios que se hizo carne. A veces me asusto cuando algunas personas, aunque con muy buena intención, atribuyen poderes casi mágicos a otras oraciones y colocan en un segundo plano la oración del Padre Nuestro. No digo que no tengamos bellísimas oraciones, muchas de ella hechas por santos, y que nos ayudan a rezar mejor, pero ninguna se puede comparar con aquella que nos dio Jesús.
Nos decía santa Teresa De Ávila, que quien quisiera hacer una hora de buena oración, bastaría hacer en este tiempo un Padre Nuestro, meditando en sus palabras, y esto sería suficiente. Seguramente esta es una mujer que aprendió a rezar con Jesús.
El Padre Nuestro es una oración completa. Allí damos gloria a Dios, no porque Él tenga necesidad de nuestras alabanzas, sino porque para nosotros es fundamental reconocer su gloria a fin que podamos descubrir quiénes somos y hacia dónde debemos ir. En el Padre Nuestro nos abrimos a la acción de Dios y expresamos nuestra confianza en su gracia. Decir “hágase tu voluntad” es muy comprometedor, pero es el único camino para nuestra real felicidad. Dentro de esto “hágase”, le presentamos nuestras necesidades: el pan cotidiano; el perdón; la protección. Pero después de darnos esta maravillosa oración, Jesús insiste mucho sobre la importancia de orar.
El tema central de su discurso es la perseverancia. Nuestra oración debe ser perseverante. La debemos hacer con insistencia. No basta decir: ya le pedí una vez, ahora sólo me resta esperar. Es en la constancia de la oración es que reside su eficacia. El ejemplo que nos da Jesús del hombre que en la madrugada insiste con el vecino hasta que se le atienda, si no por amistad, al menos para no ser más molestado, es muy claro. También nosotros debemos pedir y pedir, llamar y llamar hasta que el Señor nos escuche.
Con todo, es importante tener claro, que existen tres clases de cosas que podemos pedir a Dios:
a) Cosas que colaboran para nuestra salvación, para nuestro crecimiento como personas;
b) cosas que son indiferentes para la vida en Dios, pero que nos ayudarán a ser más felices en ciertas situaciones;
c) y otras cosas que, aunque no nos demos cuenta, nos harán daño o al menos colocará en peligro nuestra salvación.
En cuanto a las primeras, podremos decir que Dios es el primer interesado en nuestra salvación. Este es el regalo que él más nos quiere dar, y no negará a nadie que lo pida.
En cuanto a las segundas, dependerán de nuestra insistencia y de las motivaciones que tengamos. Del cómo las pedimos. Del cuánto realmente son importantes para nosotros. (Como un padre de familia siente placer en regalar a su hijo, en alguna oportunidad especial, alguna cosa, que sabe que lo desea mucho porque siempre lo pide, aunque no sea esencial para su vida, así también Dios hace con nosotros).
Mas, si nosotros le pedimos una cosa que no nos hará bien, o nos puede hacer daño, es natural que él no nos conceda, aunque pasemos toda la vida insistiendo. Dios es nuestro padre y por sobretodo nos quiere defender y proteger. Así como a un niño pequeñito que pide a sus padres un cuchillo afilado, y que ellos por cierto le negarán, -aunque él pida entre lágrimas- también a nosotros, Dios nos lo negará porque nos ama, y es por eso que algunas veces no nos atiende.
Pero no nos olvidemos, orar no es sólo hacer listas de pedidos. Es también agradecer, reconocer los beneficios, conocer todo lo que ya hizo Dios y alabarlo. Y por sobre todo, oración es diálogo, no es monólogo. Debemos estar también dispuestos a escuchar a Dios, a contemplarlo, a dejarse tocar por él.
La oración debe volverse en nuestra vida “respiración de amor”.
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la Paz.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino._______________________________________________________
Primera Lectura: Génesis 18, 20-32
"No se enfade mi Señor, si sigo hablando"
En aquellos días, el Señor dijo: "La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave; voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré."
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: "¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti hacer tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?"
El Señor contestó: "Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos."
Abrahán respondió: "Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?"
Respondió el Señor: "No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco."
Abrahán insistió: "Quizá no se encuentren más que cuarenta."
Le respondió: "En atención a los cuarenta, no lo haré."
Abrahán siguió: "Que no se enfade mi Señor, si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?"
Él respondió: "No lo haré, si encuentro allí treinta."
Insistió Abrahán: "Me he atrevido a hablar a mi Señor. ¿Y si se encuentran sólo veinte?"
Respondió el Señor: "En atención a los veinte, no la destruiré."
Abrahán continuo: "Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?"
Contestó el Señor: "En atención a los diez, no la destruiré."
Salmo responsorial: 137
(Escuchar el salmo y descargar mp3)
"Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste"
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.
Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.
El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Cuando camino entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo. R.
Y tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.
Segunda Lectura: Colosenses 2, 12-14
"Os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados"Daré gracias a tu nombre, por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.
El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Cuando camino entre peligros, me conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo. R.
Y tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.
Segunda Lectura: Colosenses 2, 12-14
Hermanos: Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo, y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó de entre los muertos.
Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados.
Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz.
Evangelio: Lucas 11, 1-13
"Pedid y se os dará."
Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en él, perdonándoos todos los pecados.
Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz.
Evangelio: Lucas 11, 1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos."
Él les dijo: "Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.""
Y les dijo: "Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle."
Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos."
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"
Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos."
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?"
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