sábado, 12 de diciembre de 2015

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Domingo 13 de diciembre de 2015

LA GENTE PREGUNTABA A JUAN BAUTISTA: «¿QUÉ DEBEMOS HACER?

El camino de conversión es también llamado camino de penitencia, pues la verdadera penitencia, la más exigente, no es hacer ayunos, caminatas y abstinencias. La verdadera penitencia es cambiar el corazón, es cambiar nuestro modo de ver, es asumir nuestros defectos y luchar por transformarlos.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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“La gente le preguntaba: ‘¿Qué debemos hacer?’ Y Juan Bautista les contestaba...” (Lc 3, 10)

¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!

Profeta, es aquella persona que tiene una visión clara de la vida y de la historia, que sabe discernir cuáles cosas están bien y cuáles están equivocadas, porque mira las cosas con los ojos de Dios.

El profeta, como enviado de Dios, no puede ‘tapar el sol con un dedo’, no puede hacer de cuenta que no vio nada, no puede tener miedo de decir lo que está mal. Su deseo nos es descomponer la vida de nadie, al contrario, es llevar a la plenitud, es ayudar a ser mejores, sin mascaras, sin engaños, sin equivocaciones...

A veces, esto es una tarea un poco dolorosa. Pero el profeta debe ser maduro y enfrentar la situación. Es como cuando encontramos una persona que se clavó un anzuelo, quitarlo es momentáneamente doloroso, pero dejarlo es mortal.
El profeta, como enviado de Dios, no puede decir al corrupto, tranquilo, no hay problema, existen pecados peores que este. O decir al que desperdicia sus bienes, tuviste suerte de nacer rico o supiste ganar mucho, entonces puedes usar como te parezca. El profeta no puede bendecir al que explota a los demás, diciendo que lo importante es que estés dando empleo a tanta gente. No puede decir al padre o la madre de familia que no cumple con su misión que lo que cuenta es que no falte la comida o los otros bienes materiales.... y tantos otros ejemplos.

La gente preguntaba a Juan Bautista ¿qué debo hacer?, y él respondía muy concretamente a cada uno: “el que tenga dos capas dé una al que no tiene, y quien tenga que comer haga lo mismo”. Vinieron también los cobradores de impuestos para que Juan los bautizara. Le dijeron: ‘Maestro, ¿qué tenemos que hacer?’ Respondió Juan: ‘No cobren más de lo debido.’ A su vez unos soldados le preguntaron: ‘Y nosotros, ¿qué debemos hacer?’ Juan les contestó: ‘No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas y conténtense con lo que les pagan.”
Pienso que cada uno de nosotros hoy debería presentarse delante de Juan Bautista, y preguntarle ¿qué debo hacer para prepararme al encuentro con el Señor?

Estoy seguro de que, a través de nuestra conciencia, él nos dirá exactamente cuáles acciones y actitudes debemos cambiar inmediatamente.

Yo sé que no es fácil para nadie cambiar su propia vida. El reconocer nuestros propios pecados es un proceso muy difícil. Es por eso que el camino de conversión es también llamado camino de penitencia, pues la verdadera penitencia, la más exigente, no es hacer ayunos, caminatas y abstinencias. La verdadera penitencia es cambiar el corazón, es cambiar nuestro modo de ver, es asumir nuestros defectos y luchar por transformarlos. Por eso, esta penitencia es absolutamente necesaria si queremos realmente humanizarnos, si deseamos crecer en la gracia de Dios, si aspiramos a ser plenamente felices.

El pecado, es el camino de la muerte. Sutilmente, destruye nuestras vidas. Nos ilusiona con una apariencia de felicidad, pero nos corroe, nos consume, nos esclaviza.

Prepararse para Navidad es mucho más que arreglar un arbolito, que enviar tarjetas, prender luces, comprar regalos, limpiar toda la casa, mandar hacer nuevas ropas, visitar a los parientes y amigos, comer bien... Estas son cosas externas, algunas de ellas puramente comerciales. Una buena preparación para la navidad, sin dudas es hacerse de coraje y preguntar a Juan Bautista, de acuerdo a nuestra condición (cobrador de impuestos, soldados, médicos, sacerdotes, marido, esposa, padre, madre, cristiano, trabajador...) ¿qué debo hacer?
 
El Señor te bendiga y te guarde, 
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti. 
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.
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Primera Lectura: Sofonías 3, 14-18a
"El Señor se alegra con júbilo en ti"

Regocíjate, hija de Sión, grita de jÚbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos.

El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás.

Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos.

El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva.

Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta."

Interleccional: Isaías 12, 2-3. 4bcd, 5-6
(Escuchar el salmo y descargar mp3) Mp3


"Gritad jubilosos: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.".

El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: "Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel." R.

Segunda Lectura: Filipenses 4, 4-7
"El Señor está cerca"

Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.

Que vuestra mesura la conozca todo el mundo.

El Señor está cerca.

Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Evangelio: Lucas 3, 10-18
"¿Qué hacemos nosotros?"

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: "¿Entonces, qué hacemos?"

Él contestó: "El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo."

Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: "Maestro, ¿qué hacemos nosotros?" Él les contestó: "No exijáis más de lo establecido."

Unos militares le preguntaron: "¿Qué hacemos nosotros?"

Él les contestó: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga."

El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizara con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga."

Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

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