REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.
Sábado 26 de diciembre de 2015
"FIESTA DE SAN ESTEBAN, PRIMER MARTIR"
Aun conmovida por la fiesta de Navidad, la Iglesia nos invita a celebrar su primer mártir, san Esteban. Nos recuerda que el niñito del pesebre es portador de una novedad tan grande que muchos no quieren aceptar y por eso el compromiso con él podrá llevar hasta al martirio. No nos engañemos: el cristianismo no es una religión ligth en la cual sólo tendremos abrazos, fiestas y saludos… a veces el pan dulce se transforma en sacrificios, sudor y lágrimas. Quien persevera se salvará. Paz y bien.
Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.
“Ustedes serán odiados por todos a causa de mi nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará.” Mt 10, 22
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Primera Lectura: Hechos 6,8-10;7,54-60
"Veo el cielo abierto"
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios." Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu." Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado." Y, con estas palabras, expiró.
Salmo responsorial: 30
"A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu..
Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. / Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. / Te has fijado en mi aflicción. R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen; / haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. R.
Líbrame de los enemigos que me persiguen; / haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. R.
"No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre"
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará."
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