domingo, 27 de diciembre de 2015

El Angelus del Papa

EL PAPA FRANCISCO PREVIO AL REZO DEL ÁNGELUS

angelus-papa-franciscoDOMINGO 27 de diciembre de 2015. El Papa Francisco presidió este domingo el rezo del Ángelus durante la Fiesta de la Sagrada Familia, donde invitó a los padres a aprender de María y José que “enseñan a acoger a los hijos como don de Dios”, así como a “acoger la luz de esperanza que proviene de la casa de Nazaret” ante las dificultades e incomprensiones que debilitan a la familia hoy en día.

"El Evangelio de hoy invita a las familias a acoger la luz de esperanza proveniente de la casa de Nazaret, en la cual se desarrolló en la alegría la infancia de Jesús, el cual –dice San Lucas- ‘creció en sabiduría, edad y gracia delante de Dios y de los hombres’”, indicó Francisco.

El Papa dijo a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro que “el núcleo familiar de Jesús, María y José es para todo creyente, y especialmente para las familias, una auténtica escuela del Evangelio. Aquí admiramos el cumplimiento del diseño divino de hacer de la familia una especial comunidad de vida y de amor. Aquí aprendemos que cada núcleo familiar cristiano es llamado a ser ‘iglesia doméstica’, para hacer resplandecer las virtudes evangélicas y convertirse en fermento de bien en la sociedad”.



Papa Francisco: «La Sagrada Familia proteja a todas las familias del mundo y abran la puerta a Dios.»

¡Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el clima de alegría que es propio de la Navidad, celebramos en este domingo la fiesta de la Santa Familia. Vuelvo a pensar en el gran encuentro de Filadelfia, en septiembre pasado; en las tantas familias encontradas en los viajes apostólicos, y en las de todo el mundo. Quisiera saludarlas con afecto y reconocimiento, especialmente en este nuestro tiempo, en el que la familia está sujeta a incomprensiones y dificultades de varios tipos que la debilitan.

El Evangelio de hoy invita a las familias a coger la luz de esperanza que proviene de la casa de Nazaret, en la que se desarrolla en la alegría la infancia de Jesús, el cual– dice san Lucas – “crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres” (2,52). El núcleo familiar de Jesús, María y José, es para todo creyente, y especialmente para las familias, una auténtica escuela del Evangelio. Aquí admiramos la realización del designio divino de hacer de la familia una especial comunidad de vida y de amor. Aquí aprendemos que cada núcleo familiar cristiano está llamado a ser “iglesia domestica”, para hacer resplandecer las virtudes evangélicas y llegar a ser fermento de bien en la sociedad. Los rasgos típicos de la Santa Familia son: recogimiento, acogida y oración, comprensión mutua y respeto, espíritu de sacrificio, trabajo y solidaridad.

Del ejemplo y del testimonio de la Santa Familia, cada familia puede tomar indicaciones preciosas para el estilo y las elecciones de vida, y puede tomar fuerza y sabiduría para el camino de cada día. La Virgen y san José enseñan a acoger a los hijos como don de Dios, a engendrarlos y educarlos cooperando en modo maravilloso en la obra del Creador y dando al mundo, en cada niño, una nueva sonrisa. Es en la familia unida donde los hijos llevan la maduración a su existencia, viviendo la experiencia significativa y eficaz del amor gratuito, de la ternura, del respeto mutuo, de la mutua comprensión, del perdón y de la alegría.

Quisiera detenerme sobre todo en la alegría. La verdadera alegría que se experimenta en la familia no es algo casual y fortuito. Es una alegría fruto de la armonía profunda entre las personas, que hace gustar la belleza de estar juntos, de apoyarnos mutuamente en el camino de la vida. Pero en la base de la alegría está la presencia de Dios, su amor acogedor, misericordioso y paciente hacia todos. Si no se abre la puerta de la familia a la presencia de Dios y a su amor, la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. En cambio, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para toda la sociedad.

Que Jesús, María y José bendigan y protejan a todas las familias del mundo, para que en ellas reinen la serenidad y la alegría, la justicia y la paz, que Cristo naciendo ha traído como don a la humanidad.

A continuación el papa Francisco rezó el ángelus.
(Después del rezo Mariano del Ángelus el Santo Padre ha dicho:)

Queridos hermanos y hermanas:

Mi pensamiento va en este momento a los numerosos inmigrantes cubanos que se encuentran en dificultad en Centroamérica, muchos de los cuales son víctimas del tráfico de seres humanos. Invito a los Países de la Región a renovar con generosidad todos los esfuerzos necesarios para encontrar una urgente solución a este drama humanitario.

Un caluroso saludo va hoy a las familias presentes en la plaza. Gracias por su testimonio. Que el Señor los acompañe con su gracia y los sostenga en su camino cotidiano.

Saludo a todos ustedes, peregrinos llegados de diversas partes del mundo. En particular a los chicos de la Diócesis de Bérgamo que han recibido la Confirmación.

 A todos les deseo un buen domingo. Les agradezco una vez más por sus augurios y sus oraciones: sigan rezando por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!


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