domingo, 5 de junio de 2016

Reflexión Dominical del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Domingo 05 de junio de 2016

"AL VERLA, EL SEÑOR SINTIÓ COMPASIÓN Y LE DIJO: NO LLORES"

Delante de aquella viuda que estaba sufriendo en el funeral de su hijo único, Jesús muestra una vez más el corazón compasivo de Dios, nadie le pidió nada, por propia iniciativa Jesús se acerca y consuela a aquella mujer devolviéndole a su hijo sano. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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“Todos comieron hasta saciarse y se recogieron doce canastos de sobras." (Lc 9, 17).

¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!

Delante de aquella viuda que estaba sufriendo en el funeral de su hijo único, Jesús muestra una vez más el corazón compasivo de Dios, nadie le pidió nada, por propia iniciativa Jesús se acerca y consuela a aquella mujer devolviéndole a su hijo sano. También nosotros los cristianos debemos sentir compasión de tantas madres que están llevando a sus hijos al cementerio a causa de las drogas, violencia o exclusión social, también nosotros debemos ayudarle para que estos jóvenes puedan resucitar, no podemos quedarnos indiferentes ante esa inmensa procesión de jóvenes que se está enterrando, Jesús tiene una propuesta.

El Señor te bendiga y te guarde, 
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti. 
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la Paz.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.
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Primera Lectura: 1Reyes 17, 17-24
"Mira, tu hijo está vivo"

En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la señora de la casa. La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la mujer dijo a Elías: "¿Qué tienes tú que ver conmigo? ¿Has venido a mi casa para avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?"

Elías respondió: "Dame a tu hijo."

Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor: "Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a castigar, haciendo morir a su hijo?"

Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor: "Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración."

El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su madre, diciendo: "Mira, tu hijo está vivo."

Entonces la mujer dijo a Elías: "Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad."

Salmo responsorial: 29
(Escuchar el salmo y descargar mp3) Mp3




"Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.".

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.R.

Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo. R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.R.

Segunda Lectura: Gálatas 1, 11-19
"Reveló a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles"

Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.

Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados.

Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a Damasco.

Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y me quedé quince días con él.

Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el pariente del Señor.

Evangelio: Lucas 7, 11-17
"¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate"

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.

Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: "No llores."

Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: "¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!"

El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: "Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo."

La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
 

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