REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.
Domingo 19 de junio de 2016
"EL HIJO DEL HOMBRE TIENE QUE PADECER MUCHO."
Ciertamente todos ya escuchamos la frase que dice “el salario del amor es el dolor”. Sabemos que el amor nos lleva a la plenitud, nos realiza profundamente, pero sabemos también que quien ama, acaba siempre pasando por experiencias dolorosas… y es justamente la capacidad de asumir el dolor la que demuestra la intensidad del amor. Con Jesús, amor que se hizo carne, no podía ser diferente. Nunca hubiéramos conocido la grandeza de su amor, sin el misterio de su pasión y muerte en la cruz… y Jesús sabía de esto. Sufrir, abrazar la cruz nunca es fácil, pero el amor le da sentido. Experiméntalo. Paz y bien.
Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.
“El Hijo del hombre tiene que padecer mucho." (Lc 9, 22).
¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!
Las palabras del evangelio de este domingo, son un verdadero desafío para nosotros. “El que quiera asegurar su vida la perderá." Hasta podríamos decir que parece sin sentido. De hecho, una de las tendencias naturales del hombre es la conservación de la vida. Todos, en alguna medida, queremos garantirla. Evitamos las amenazas, los peligros y los sufrimientos. Luchamos para salvar nuestra parte. Somos instintivamente egoístas. Y hasta creamos una cultura que favorece este modo "natural" de ser: "quien puede más, llora menos".
Hablar hoy en día de renuncia, de ceder, de ser caritativo, de ofrecer a otra persona el propio puesto, de hacer un trabajo gratuitamente, de dejar la mejor parte para el prójimo, aunque haya llegado primero, de estar atento a las necesidades de los demás.... parece fuera de moda. Nadie más piensa así. ¡Es ser un tonto! Vivimos en una sociedad que está consagrada al egoísmo.
Pero, ¿cuál es el resultado de esta cultura hedonista que no conoce límites, o un ideal de vida? El punto máximo es creer: "¡yo soy lo único importante!". Esto nos lleva a ver a los demás como un bien relativo, son importantes en cuanto me sirven. Fuera de esto, todos son desechables. Las humillaciones, la falta de educación, el abandono, la infidelidad, los robos, los asesinatos, las violaciones, la corrupción, la polución, las guerras, el tráfico de drogas .... Y tantas otras cosas, son las consecuencias de esta ceguera que nos hace pensar solamente en nosotros, en nuestro bien inmediato, creyendo que los demás pueden ser usados para mi satisfacción.
Somos hijos de una cultura que está perdiendo el sentido profundo de la vida. Y ¿Quién de nosotros tiene la mano limpia para poder tirar la primera piedra y condenar, hasta a los peores criminales? Jesucristo nos alerta y nos desafía. El egoísmo, a lo largo conduce a la muerte, aunque en un primer momento crea una ilusión de ventaja. "El que quiera asegurar su vida la perderá". El egoísmo es autodestructivo, es un veneno, aunque parece rico al paladar. Y sus consecuencias no son fáciles de ser neutralizadas.
Es cierto que este desafío es para el hombre de todos los tiempos, pero en nuestros días es aún más exigente debido a la sociedad de consumo. Debemos estar muy atentos y estar realmente decididos. Seguramente será un nadar contra la corriente. Pero el Señor, con la eucaristía, con su perdón, será nuestro sostén. Es necesario tener el coraje de invertir el esquema. "El que pierde su vida por causa mía, la asegurará".
El Señor te bendiga y te guarde,
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la Paz.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino._______________________________________________________
Primera Lectura: Zacarías 12, 10-11; 13, 1
"Mirarán al que atravesaron"
Así dice el Señor: "Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo Único, y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Meguido."
Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.
Salmo responsorial: 62
(Escuchar el salmo y descargar mp3)
"Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío."
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. R.
Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. R.
Segunda Lectura: Gálatas 3, 26-29
"Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo"¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos. R.
Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene. R.
Segunda Lectura: Gálatas 3, 26-29
Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Evangelio: Lucas 9, 18-24
"Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho"
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Evangelio: Lucas 9, 18-24
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas."
Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"
Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios."
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día."
Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará."
Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios."
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día."
Y, dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará."
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