REFLEXIÓN DIARIA DE LA PALABRA DE DIOS.
Jueves 15 de septiembre de 2016
MEMORIA DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES.
Por Fray Nelson Medina, OP.
Cristo con su sangre y la Virgen María con sus lágrimas nos muestran que la vida cristiana es de participación en la cruz y que el dolor no derrumba nuestra fe sino que la hace madurar.
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Primera Lectura: Hebreos 5, 7-9
"Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna"
Salmo responsorial: 30
"Sálvame, Señor, por tu misericordia."
Ven aprisa a librarme, / sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.
Pero yo confío en ti, Señor, / te digo: "Tú eres mi Dios." / En tus manos están mis azares: / líbrame de los enemigos que me persiguen. R.
Qué bondad tan grande, Señor, / reservas para tus fieles, / y concedes a los que a ti se acogen / a la vista de todos. R.
"Aprendió a obedecer y se ha convertido en autor de salvación eterna"
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.
Salmo responsorial: 30
"Sálvame, Señor, por tu misericordia."
A ti, Señor, me acojo: / no quede yo nunca defraudado; / tú, que eres justo, ponme a salvo, / inclina tu oído hacia mí. R.
Ven aprisa a librarme, / sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.
Sácame de la red que me han tendido, / porque tú eres mi amparo. / A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. R.
Pero yo confío en ti, Señor, / te digo: "Tú eres mi Dios." / En tus manos están mis azares: / líbrame de los enemigos que me persiguen. R.
Qué bondad tan grande, Señor, / reservas para tus fieles, / y concedes a los que a ti se acogen / a la vista de todos. R.
Evangelio: Juan 19,25-27
Junto a la cruz de Jesús estaba su madre."
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
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