lunes, 27 de marzo de 2017

Reflexión diaria del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Lunes 27 de marzo de 2017

"HAY QUE CREER Y PONERSE EN CAMINO... SIN DUDAR."

Muchas veces pedimos gracias y milagros a Jesús pero no estamos muy convencidos de su poder. Este hombre que pidió la sanación de su hijo creyó en la palabra de Jesús y se fue. No se quedó exigiendo que Jesús se fuera con él, ni le pidió otras señales… sencillamente escuchó la palabra de Jesús: «puedes irte que tu hijo está vivo» y se puso en marcha. Tantas veces los milagros no suceden en nuestras vidas porque no creemos en la Palabra y no nos ponemos en camino. La fe nos hace caminar, aun sin comprobación. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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"El hombre creyó en la Palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino." (Jn 4, 50)
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Primera Lectura: Isaías 65,17-21
"Ya no se oirán gemidos ni llantos."

Así dice el Señor: "Mirad: yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito. Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos."

Salmo responsorial: 29
"Te ensalzaré, Señor, porque me has librado."

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado / y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. / Señor, sacaste mi vida del abismo, / me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.  R.

Tañed para el Señor, fieles suyos, / dad gracias a su nombre santo; / su cólera dura un instante; / su bondad, de por vida; / al atardecer nos visita el llanto; / por la mañana, el júbilo.  R.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí; / Señor, socórreme. / Cambiaste mi luto en danzas. / Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.  R.

Evangelio: Juan 4,43-54
Anda, tu hijo está curado."

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.

Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
 


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