martes, 3 de abril de 2018

¿CÓMO RESUCITAREMOS?

¿CÓMO RESUCITAREMOS?
 
 
 

¿Qué es resucitar? 

En la muerte, que es la separación del alma y el cuerpo, el cuerpo humano cae en la corrupción, mientras que su alma va al encuentro con Dios, y queda en espera de reunirse con su cuerpo glorificado. Dios en su omnipotencia dará definitivamente a nuestros cuerpos la vida incorruptible, uniéndolos a nuestras almas. Esto, en virtud de la Resurrección de Jesús (cf. Catecismo de la Iglesia Católica n. 997).

Este dogma central de nuestra fe cristiana no sólo nos lo recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, sino que la esperanza de nuestra resurrección y futura inmortalidad se encuentran en textos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

¿Cómo resucitaremos? 
Sobrepasa nuestra imaginación y entendimiento 

“Ciertamente el ‘cómo’”, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica, “sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe” (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1000).

Cristo resucitó con su propio cuerpo: “Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo” (Lc.24, 39). Pero El no volvió a una vida terrenal. Del mismo modo, en El todos resucitarán con su propio cuerpo, el que tienen ahora, pero este cuerpo será “transfigurado en cuerpo de gloria” (Flp.3, 21), “en cuerpo espiritual” (1 Cor.15, 44) (CEC n. 999).

La resurrección tendrá lugar en un instante. “Yo quiero enseñarles este misterio: aunque no todos muramos, todos tendremos que ser transformados, en un instante, cuando toque la trompeta (Ustedes han oído de la Trompeta que anuncia el Fin). Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, los muertos se levantarán, y serán incorruptibles” (1a. Cor. 15, 51-52).

¿Quiénes resucitarán? 

Todos los hombres que han muerto (Catecismo de la Iglesia Católica n. 998). Unos para la condenación y otros para la salvación.

Es decir, todos resucitaremos: salvados y condenados. Unos para una resurrección de gloria y de felicidad eternas. Otros para una resurrección de condenación e infelicidad eternas.

¿Cuando?

Sin duda en el “último día” (Jn.6, 54 y 11, 25); “al fin del mundo” (LG 48). En efecto, la resurrección de los muertos está íntimamente ligada a la Parusía o Segunda Venida de Cristo: “Cuando se dé la señal por la voz del Arcángel, el propio Señor bajará del Cielo, al son de la trompeta divina. Los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar” (1Ts. 4, 16) (n. 1001). Y continúa San Pablo: “Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y para siempre estaremos en el Señor” (1Ts. 4, 17).

San Pablo nos habla de los que han muerto y han sido salvados. También nos habla de los que estén vivos para el momento de la Segunda Venida de Cristo. Pero es San Juan quien completa lo que sucederá con los que no han muerto en Cristo: “No se asombren de esto: llega la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán mi voz. Los que hicieron el bien saldrán y resucitarán para la vida; pero los que obraron el mal resucitarán para la condenación” (Jn. 5, 28-29).

Resumiendo: En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de nuestra salvación, ya que si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe (1Cor.15, 14) ... y también nuestra esperanza. Pero sabemos que Jesucristo no sólo ha resucitado, sino que nos ha prometido resucitarnos también a nosotros.


 

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