lunes, 29 de agosto de 2016

Reflexión diaria del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Lunes 29 de agosto de 2016

"MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA"

Al recordar el martirio de san Juan Bautista todos somos invitados a reconocer que a veces el mundo nos pone en ciertas trampas que aun sin querer nos quedamos obligados a actuar en mala manera. Es por eso que debemos estar en el mundo pero sin permitir que él nos enrede. Herodes no quería matar a Juan Bautista, pero en un ambiente mundano de farras y bailes hizo una promesa sin medir las consecuencias. Siempre es lo mismo. El mundo con sus encantos, sus tragos y sus placeres nos seduce y esclaviza. Cuidémonos. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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"El verdugo fue y decapitó a Juan Bautista en la prisión y trajo en una bandeja su cabeza." (Mc 6, 27-28)
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Primera Lectura: Jeremías 1, 17-19
"Diles que yo te mando. No les tengas miedo"

En aquellos días recibí esta palabra del Señor: "Ciñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando. No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos. Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y principes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte." Oráculo del Señor.

Salmo responsorial: 70
"Mi boca contará tu auxilio."

A ti, Señor , me acojo: / no quede yo derrotado para siempre; / tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, / inclina a mí tu oído y sálvame.  R.

Sé tu mi roca de refugio, / el alcázar donde me salve, / porque mi peña y mi alcázar eres tú, / Dios mío, líbrame de la mano perversa.  R.

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza / y mi confianza, Señor, desde mi juventud. / En el vientre materno ya me apoyaba en ti, / en el seno tú me sostenías.  R.

Mi boca contará tu auxilio, / y todo el día tu salvación. / Dios mío, me instruiste desde mi juventud, / y hasta hoy relato tus maravillas.  R.

Evangelio: Marcos 6,17-29
Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista."

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.

La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras, que te lo doy." Y le juró: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino." Ella salió a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" La madre le contestó: "La cabeza de Juan, el Bautista." Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista." El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre. Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
 



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