martes, 4 de abril de 2017

Reflexión diaria del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Martes 4 de abril de 2017

"LA CRUZ DE CRISTO ES EL MEJOR LIBRO DE ESPIRITUALIDAD"

Cristo crucificado es el culmen de la revelación del amor de Dios. Aquel que podía salvarse a sí mismo –pues era el propio Dios hecho carne– por amor aceptó ser clavado en una cruz, asumió nuestros dolores y entregó su vida por nosotros. Si queremos comprender el misterio de Jesucristo debemos fijar nuestra mirada en el crucificado. La meditación sobre la cruz de Cristo fue y continuará siendo el mejor libro de los maestros de espiritualidad, pues allí se encuentran las más profundas respuestas a los cuestionamientos existenciales. En el espejo de la cruz podremos ver reflejada e iluminada también nuestra propia vida. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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"Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, comprenderán que Yo soy" (Jn 8, 20)
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Primera Lectura: Números 21,4-9
"Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce"

En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edom. El pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo." El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla." Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

Salmo responsorial: 101
"Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti."

Señor, escucha mi oración, / que mi grito llegue hasta ti; / no me escondas tu rostro / el día de la desgracia. / Inclina tu oído hacia mí; / cuando te invoco, escúchame en seguida.  R.

Los gentiles temerán tu nombre, / los reyes del mundo, tu gloria. / Cuando el Señor reconstruya Sión / y aparezca en su gloria, / y se vuelva a las súplicas de los indefensos, / y no desprecie sus peticiones.  R.

Quede esto escrito para la generación futura, / y el pueblo que será creado alabará al Señor. / Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario, / desde el cielo se ha fijado en la tierra, / para escuchar los gemidos de los cautivos / y librar a los condenados a muerte.  R.

Evangelio: Juan 8,21-30
Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy"

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros." Y los judíos comentaban: "¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados."

Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús les contestó: "Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él." Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada." Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
 


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