viernes, 7 de abril de 2017

Reflexión diaria del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Viernes 7 de abril de 2017

"SI NO HAGO LAS OBRAS DE MI PADRE, NO ME CREAN"

Existe una profunda diferencia entre no creer y no querer creer. Hoy al igual que en tiempos de Jesús, muchos no quieren creer en él, pues saben que esto implica seguir su Palabra. Los que quieren creer en Cristo no tienen que hacer otra cosa que acercarse a él y permitir que realice en sus vidas las obras del Padre, que son: conocer el amor y el perdón, sanar las heridas, vencer el egoísmo, descubrir la fuerza de la paz, comprometerse gustosamente con el bien… Y Jesús siempre realiza tales obras en la vida de los que le permiten. Él siempre está dispuesto. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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"Si no hago las obras de mi Padre, no me crean…" (Jn 10, 37)
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Primera Lectura: Jeremías 20,10-13
"El Señor está conmigo, como fuerte soldado"

Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "A ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él."

Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará. Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos.

Salmo responsorial: 17
"En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó."

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; / Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.  R.

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, / mi fuerza salvadora, mi baluarte. / Invoco al Señor de mi alabanza / y quedo libre de mis enemigos.  R.

Me cercaban olas mortales, / torrentes destructores me aterraban, / me envolvían las redes del abismo, / me alcanzaban los lazos de la muerte.  R.

En el peligro invoqué al Señor, / grité a mi Dios: / desde su templo él escuchó mi voz, / y mi grito llegó a sus oídos.  R.

Evangelio: Juan 10,31-42
Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos"

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: "Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?" Los judíos le contestaron: "No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios." Jesús les replicó: "¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: Sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (y no puede fallar la Escritura), a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros que blasfema porque dice que es hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre."

Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: "Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de éste era verdad." Y muchos creyeron en él allí.
 


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