martes, 29 de diciembre de 2015

Reflexión diaria del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Martes 29 de diciembre de 2015

"SU PADRE Y SU MADRE ESTABAN ADMIRADOS DE LO QUE OÍAN DECIR DE ÉL"

José y María de a poquito fueron entendiendo lo que significaba ser los elegidos por Dios para cuidar a Jesús, Dios hecho hombre. Las palabras del profeta Simeón fueron iluminadoras pero también asustadoras. Todos nosotros delante de un hijo, tenemos alegrías y temores. La misión de educar a un niño es siempre muy exigente y desafiante. Por eso, esta misión debe ser vivida también desde la fe, la oración y la iluminación de la Iglesia. José y María van al Templo y se dejan aconsejar. Ojalá todos padres busquen en la Iglesia el soporte necesario para educar cristianamente a sus hijos. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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"Su Padre y su Madre estaban admirados por lo que oían decir de él" Lc 2, 33.
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Primera Lectura: 1Juan 2,3-11
"Quien ama a su hermano permanece en la luz"

Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: "Yo le conozco", y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.

Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Salmo responsorial: 95
"Alégrese el cielo, goce la tierra..

Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra; / cantad al Señor, bendecid su nombre. R.
Proclamad día tras día su victoria. / Contad a los pueblos su gloria, / sus maravillas a todas las naciones. R.

El Señor ha hecho el cielo; / honor y majestad lo preceden, / fuerza y esplendor están en su templo. R. 
Evangelio: Lucas 2,22-35
"Luz para alumbrar a las naciones"

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor", y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones."

Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel."

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: "Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma."

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