sábado, 26 de diciembre de 2015

Reflexión diaria del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Domingo 26 de diciembre de 2015

"FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ"

Hoy queremos con la Iglesia meditar sobre la Sagrada Familia de Nazaret. Somos invitados a mirar atentamente a José, María y Jesús y buscar en ellos la fuerza para santificar también nuestras familias.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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“Y Jesús crecía en sabiduría, estatura y gracia delante de Dios e de los hombres.” Lc 2, 52

¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!

Hoy queremos con la Iglesia meditar sobre la Sagrada Familia de Nazaret. Somos invitados a mirar atentamente a José, María y Jesús y buscar en ellos la fuerza para santificar también nuestras familias.

La familia es, sin dudas, el núcleo fundamental de toda la sociedad. Nos enseña la sociología que nosotros no nacemos humanos, sino que nos humanizamos, conforme entramos dentro de una cultura. Y es la familia que tiene la noble misión de humanizarnos. Cuando nacemos ni un nombre tenemos. Somos completamente indefensos, no tenemos hábitos alimenticios, no hablamos, no conocemos gestos, no imaginamos que son los valores, no somos capaces de distinguir lo saludable de lo peligroso, esto es, necesitamos de una ‘escuela’ que nos haga capaces de vivir en el mundo. Y esta ‘escuela’ es naturalmente la familia.

Es la familia la que nos debe proteger y darnos condiciones de crecer. Es la familia que nos regala un lenguaje, y ¡que fiesta! cuando se dice las primeras palabras. Es la familia que despacito, con mucha atención y tenacidad, debe capacitarnos a elegir entre el bien y el mal, hablándonos y corrigiéndonos. Es la familia que nos debe enseñar a amar a Dios y estar atento a su voluntad. Es la familia la que nos debe hacer amar los valores y refutar los errores, pues es en casa que aprendemos a ser honestos, trabajadores, serviciales, auténticos, sinceros...
Por todo lo que significa la familia, la grandeza de su misión, el mundo está buscado de todos los modos destruirla. Al mundo no le interesan personas bien formadas, capaces de decisión, que sepan la diferencia entre algo realmente bueno y una propaganda engañosa. El mundo, por sus intereses, desea personas frágiles, fáciles de ser manipuladas, confusas en sus opciones, y que no sepan bien la diferencia entre lo cierto y lo equivocado... y la mejor forma de llegar a este perfil es destruyendo la familia. Por eso con muchas telenovelas, con películas y con músicas, los medios de comunicación desde muchos años están bombardeando los hogares con nuevas teorías: - el divorcio se transformó en la mejor alternativa cuando se encuentra alguna pequeña diferencia, - los padres no deben tener autoridad sobre los hijos, - la escuela es quien debe ‘educar’, - la religión es algo que los hijos deben decidir cuando sean grandes, - rezar en familia es ridículo, - la fidelidad es una cosa romántica, pero ya fuera de moda, - no existen más tradiciones familiares, lo importante es que cada uno se divierta y se sienta bien, - la regla para todo es la comodidad, se hace lo que es más cómodo, no lo que es más justo...

y así nace una generación que ‘está como al diablo le gusta’, presa fácil de los inescrupulosos que mantienen el narcotráfico, la industria pornográfica, las marcas de la moda, los esquemas de corrupción, los promotores de un mundo desechable, en que hasta las personas tienen esta característica.
En la fuerza de la Navidad, nuestras familias cristianas son invitadas a resistir a este modelo deshumano que está degenerando la sociedad. Somos invitados a mirar atentamente a Jesús, María y José, la Sagrada Familia de Nazaret, y nadar contra la corriente, fundando hogares auténticos, verdaderamente formadores de hombres y mujeres capaces de ser humanos. Esto es posible, aunque difícil. Cada día más la fe nos exige una postura firme, de no dejarse llevar en la ola del mundo.

Si tú eres un padre, inspírate a san José. Si tú eres una madre, inspírate a María. Entra en su escuela, ayuda a tus hijos a crecer en sabiduría, en estatura y en gracia. Un hijo crece no solamente con comida y cosas materiales, pero principalmente con buen ejemplo, con ternura, con experiencia de fe, con autoridad que enseña los limites... el corazón humano, al igual que la tierra, no se queda vacío, o nosotros sembramos cosas buenas y las cuidamos para que puedan crecer, o por sí solo, nacen las malezas y crecen con mucho vigor.

Que la Sagrada Familia de Nazaret nos ayude a crear sagradas familias en nuestros hogares.
 
El Señor te bendiga y te guarde, 
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti. 
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.
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Primera Lectura: Eclesiástico 3, 2-6. 12-14
"El que teme al Señor honra a sus padres"

Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.
 
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
 

Salmo responsorial: 127, 1-2. 3. 4-5
(Escuchar el salmo y descargar mp3) Mp3


"Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás, dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo, alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R.

Segunda Lectura: Colosenses 3, 12-21
"La vida de familia vivida en el Señor"

Hermanos: Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.

Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.

El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.

Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.

Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.

Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.

Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos .
Evangelio: Lucas 2, 41-52
"Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros"

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados."

Él les contesto: "¿Por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?"
 
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres .

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