domingo, 8 de mayo de 2016

Reflexión Dominical del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Domingo 08 de mayo de 2016

"SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR"

Con la Ascensión, Jesús no nos deja. Al contrario, volviendo al misterio de Dios, él está con nosotros todos los días y para nosotros continúa la fuente de bendición. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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“Y, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos se postraron ante él y volvieron alegres a Jerusalén." (Lc. 24, 51-52).

¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!

En este domingo la Iglesia nos invita a celebrar, dentro de la alegría Pascual, la Ascensión de Jesús al cielo. Jesús vencedor del mal y de la muerte retorna a la gloria celestial, y se sienta a la derecha de Dios Padre. Es el mismo Señor, Verbo eterno, que después de concluir su misión en la Tierra, vuelve para estar junto al Padre. Pero, en un cierto modo, ya no es exactamente lo mismo, lleva consigo y para siempre, nuestra humanidad. Tiene nuestro cuerpo y lleva las marcas de la pasión en sus manos, en sus pies y en su costado. Su entrega, su fidelidad y su amor hasta al extremo le dejó señales, que no podrán jamás ser borradas.

Y es por eso que él es nuestro gran intercesor junto al Padre. Él es Dios, de la misma naturaleza que el Padre, y siente y sabe lo mismo que el Padre, pero también tiene la misma naturaleza que nosotros, y siente y conoce lo mismo que nosotros. Por eso, él pudo hablarnos con autoridad, pudo revelarnos toda la verdad, pudo decir con voz humana palabras de vida eterna, porque era Dios hecho hombre. Pero ahora estando a la derecha del Padre, siendo hombre-Dios, él puede hablar al Padre eterno de nuestras necesidades, de nuestros problemas y angustias. Puede decirle: "Papa escucha este hijo tuyo, este mi hermano que está sufriendo, mira mis manos, mis pies, mi costado, yo sé lo que es sufrir en la Tierra." Y a través de Jesús, nuestra súplica se hace fuerte y un canal de gracias se abre.

Es muy interesante como Lucas cuenta la Ascensión: "y mientras los bendecía, se alejó y fue llevado al cielo." La bendición que Jesús estaba haciendo no terminó. Él volvió a entrar en la eternidad bendiciéndonos, esto significa que la acción de bendecirnos no terminará jamás.

Lucas nos muestra también que, delante de Jesús que les bendecía sus discípulos "se postraron". Ciertamente esta era una señal de la acogida de la bendición. Ellos no estaban cerrados. No lo ignoraban. Hoy Jesús sigue bendiciéndonos, pero infelizmente muchos de nosotros lo ignoramos. A veces ya no sabemos postrarnos. Estamos desatentos, tan ocupados y preocupados con nosotros mismos, que la gracia de Dios pasa desapercibida.

Con la Ascensión, Jesús no nos deja. Al contrario, volviendo al misterio de Dios, él está con nosotros todos los días y para nosotros continúa la fuente de bendición.

El Señor te bendiga y te guarde, 
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti. 
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.
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Primera Lectura: Hechos de los apóstoles 1, 1-11
"Lo vieron levantarse"

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó: "No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo."

Ellos lo rodearon preguntándole: "Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?"

Jesús contestó: "No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo."

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse."

Salmo responsorial: 46
(Escuchar el salmo y descargar mp3) Mp3




"Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.".

Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. R.

Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad. R.

Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado. R.

Segunda Lectura: Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23
"Cristo ha entrado en el mismo cielo"

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.

De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.

Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.

Evangelio: Lucas 24, 46-53
"Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo"

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto."

Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.

Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.

Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.


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