domingo, 29 de mayo de 2016

Reflexión Dominical del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Domingo 29 de mayo de 2016

"SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO"

La Eucaristía y la Iglesia participan del mismo misterio: ambas son cuerpo de Cristo, ambas hacen presente a Jesucristo en nuestras vidas. Y ellas están íntimamente ligadas, a tal punto que no se puede hacer Eucaristía sin la Iglesia, como tampoco sin la Eucaristía, la Iglesia no puede sobrevivir. San Agustín decía que cuando comulgamos recibimos lo que nosotros somos. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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“Todos comieron hasta saciarse y se recogieron doce canastos de sobras." (Lc 9, 17).

¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!

En muchos países este domingo se celebra la solemnidad de Corpus Christi, en otros ya se celebró el jueves. De todos modos, propongo una sencilla reflexión sobre este gran misterio.

Ciertamente la Eucaristía es, entre los dones de Dios confiados a la Iglesia, uno de los más preciosos y esto lo confirma el propio nombre: "Santísimo Sacramento". Jesús encontró un modo sencillo pero muy fuerte de permanecer en nuestro medio y alimentarnos en todo nuestro caminar hacia Dios.

El primer recuerdo que nos viene en mente es el 'Maná' del desierto que, regalado por Dios de un modo igual para todos, cada día durante cuarenta años, no podía ser acumulado, y así hizo con que aquella gente cambiara la mentalidad, aprendieran a compartir, a vencer el egoísmo, a ser solidarios. También la Eucaristía quiere ser esta escuela de Dios. A través de la comunión frecuente, Dios quiere ir transformando nuestros valores, nuestros proyectos, nuestras actitudes, nuestros sentimientos en los mismos que tenía y vivía Jesús. Comunión que no es sólo comer, sino también meditar, rezar y sentirse desafiado a dar un nuevo paso en la dirección del Único Bien.

En segundo lugar, la Eucaristía es memorial permanente de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. "Es cuerpo entregado por vosotros... es sangre derramada por vosotros" No es un cuerpo cualquiera, es cuerpo entregado, donado, sacrificado... no es una sangre cualquiera, es sangre derramada, ofrecida... Nos hace recordar un proyecto de Vida. Nos desafía: "Hagan esto en memoria mía." Mientras, tantas veces, solamente pensamos en nosotros mismos: ¿cómo ganar más?; ¿dónde tener ventajas?; ¿cómo vengarme? La Eucaristía es el sacramento de la donación completa. Es propuesta de otra lógica para vivir en el mundo.

En tercer lugar, la Eucaristía y la Iglesia participan del mismo misterio: ambas son cuerpo de Cristo, ambas hacen presente a Jesucristo en nuestras vidas. Y ellas están íntimamente ligadas, a tal punto que no se puede hacer Eucaristía sin la Iglesia, como tampoco sin la Eucaristía, la Iglesia no puede sobrevivir. San Agustín decía que cuando comulgamos recibimos lo que nosotros somos.

Que la Eucaristía sea nuestra fuerza.

El Señor te bendiga y te guarde, 
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti. 
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la Paz.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.
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Primera Lectura: Génesis 14, 18-20
"Sacó pan y vino"

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo: "Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos."

Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.

Salmo responsorial: 109, 1. 2. 3. 4
(Escuchar el salmo y descargar mp3) Mp3




"Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.".

Oráculo del Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." R.

Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. R.

"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora." R.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec." R.

Segunda Lectura: 1Corintios 11, 23-26
"Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor"

Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:

Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía."

Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía."

Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Evangelio: Lucas 9, 11b-17
"Comieron todos y se saciaron"

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.

Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: "Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado."

Él les contestó: "Dadles vosotros de comer."

Ellos replicaron: "No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío."

Porque eran unos cinco mil hombres.

Jesús dijo a sus discípulos: "Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta."

Lo hicieron así, y todos se echaron.

Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
 

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