domingo, 31 de julio de 2016

Reflexión diaria del Evangelio

REFLEXIÓN DIARIA DEL EVANGELIO.

Domingo 31 de julio de 2016

"LA CODICIA NOS DESTRUYE."

El gran problema es que este deseo de poseer no conoce un límite natural. Es un deseo insaciable. Cuanto más tengamos, más queremos tener. Y si dejamos las "riendas sueltas", nunca estaremos satisfechos. Somos nosotros los que debemos aprender a limitarlo, pues cuanto más lo alimentamos tanto más nos debilitamos, y él va entrando en todas las áreas de nuestras vidas, y las va arruinando, hasta esclavizarnos completamente. Paz y bien.

Por el Hno. Mariosvaldo Florentino, OFMCap.


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Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque, aunque uno lo tenga todo, no son sus pertenencias las que le dan vida." (Lc 12, 15).

¡Querido hermano, querida hermana, Paz y Bien!

Una de las grandes tentaciones que todos nosotros tenemos en la vida es el deseo de poseer. Queremos estar económicamente seguros, deseamos la comodidad, aspiramos por las cosas que nos dan placer, buscamos la diversión...

El gran problema es que este deseo de poseer no conoce un límite natural.

Es un deseo insaciable. Cuanto más tengamos, más queremos tener. Y si dejamos las "riendas sueltas", nunca estaremos satisfechos. Somos nosotros los que debemos aprender a limitarlo, pues cuanto más lo alimentamos tanto más nos debilitamos, y él va entrando en todas las áreas de nuestras vidas, y las va arruinando, hasta esclavizarnos completamente.

La codicia descompone la familia, la amistad, el ambiente de trabajo, el medio ambiente, y hasta el destino de una nación y de la humanidad. La codicia, despacito nos va dejando ciegos y destruye completamente nuestros valores. Personas buenas, pero envenenadas por la codicia, se vuelven capaces de traicionar a sus propios padres y hermanos, capaces de aprovecharse de la confianza de sus amigos, capaces de calumniar, de hacer alguna trampa, de robar, de sobornar y hasta de matar.

Todos nosotros estamos sujetos a esto, si no escuchamos la advertencia de Jesús que dice: "eviten con gran cuidado toda clase de codicia". Llama la atención la expresión "con gran cuidado". Para vencer la codicia se necesita realmente de un espíritu decidido, no basta solamente un buen propósito, aún más en nuestro tiempo, pues la sociedad de consumo muy interesada en nuestra codicia, la estimula de todos los modos, con propagandas, filmes, novelas, músicas...

¿Pero cómo conseguir vencerla? ¿Cómo establecer un límite a mi deseo de poseer? Creo que puede haber distintos caminos. ¡Existen personas que partiendo únicamente de una reflexión ético-filosófico, consiguieron equilibrar sus vidas y atajar la codicia, y yo las admiro!

Pero yo creo, como cristiano, que la auténtica experiencia de Dios nos da esta capacidad y lucidez para "evitar con gran cuidado toda clase de codicia". La pedagogía de Dios en el desierto, cuando enseñó a su pueblo que nadie podía acumular más de lo que les serviría para sus necesidades personales, me parece una buena propuesta para todos nosotros. Lo mismo, el desafió de Jesús a la caridad auténtica y sistemática, dar de lo que tenemos, repartir de lo que ganamos con el sudor de nuestra frente. La caridad es justamente lo contrario de la codicia y por eso es el más eficaz remedio para vencerla.
Jesucristo nos invita a descubrir la grandeza de nuestra vida en esta tierra. Nos invita a entender que la vida es mucho más que tener, que acumular, que preocuparse en defender sus posesiones.

Por eso él nos recuerda "aunque uno tenga todo, no son sus pertenencias las que le darán la vida."


El Señor te bendiga y te guarde, 
El Señor haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti. 
El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la Paz.
Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.
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Primera Lectura: Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
"¿Qué saca el hombre de todos los trabajos?"

¡Vanidad de vanidades, dice Qohelet; vanidad de vanidades, todo es vanidad!

Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado.

También esto es vanidad y grave desgracia.

Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol?

De día su tarea es sufrir y penar, de noche no descansa su mente.

También esto es vanidad.

Salmo responsorial: 89
(Escuchar el salmo y descargar mp3) http://interletras.com/musicaliturgica/cantos%202/SALMOS/Ciclo%20C/53%20domingo%2018%20del%20tiempo%20ordinario.mp3




"Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación"

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: "Retornad, hijos de Adán." Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó; una vela nocturna.  R.

Los siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece por la mañana, y por la tarde la siegan y se seca. R.

Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos.  R.

Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos.  R.

Segunda Lectura: Colosenses 2, 12-14
"Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo"

Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.

En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.

No sigáis engañándoos unos a otros.

Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revestios del nuevo, que se va renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo.

En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres, porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.

Evangelio: Lucas 12, 13-21
"Lo que has acumulado, ¿de quién será?"

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia."

Él le contestó: "Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?"

Y dijo a la gente: "Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes."

Y les propuso una parábola: "Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos:

¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha."

Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida."

Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?"

Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios."
 

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