domingo, 11 de septiembre de 2016

El Ángelus del Papa Francisco

PALABRAS PREVIAS AL ANGELUS

Domingo 11 de septiembre de 2016. Como todos los domingos, el Papa Francisco presidió el rezo del Ángelus y comentó el Evangelio del día que recoge tres parábolas de misericordia y muestran hasta dónde llega el perdón de Dios.
“Su perdón cancela el pasado y nos regenera en el amor” de tal forma que "cuando un pecador se convierte y se hace reencontrar por Dios no lo esperan reprobaciones y durezas, porque Dios salva, espera en casa con alegría y hace fiesta”. “Con estos tres relatos, Jesús quiere hacer entender que Dios es el primero en tener hacia los pecadores una actitud de acogida y misericordia”.





Papa Francisco: «El perdón de Dios cancela nuestros pecados y nos regenera en el amor.»

Queridos hermanos y hermanas:

La liturgia de hoy nos propone el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, considerado el capítulo de la misericordia, que contiene tres parábolas con las cuales Jesús responde a las murmuraciones de los escribas y de los fariseos. Ellos critican su comportamiento y dicen: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos” (v. 2). Con estos tres relatos Jesús quiere hacer entender que Dios Padre es el primero en tener una actitud acogedora y misericordiosa hacia los pecadores. Dios tiene esta actitud. En la primera parábola Dios es presentado como un pastor que deja las noventa y nueve ovejas para ir a la búsqueda de aquella perdida. En la segunda, es comparado con una mujer que perdió una moneda y la busca hasta que la encuentra. En la tercera parábola Dios es imaginado como un padre que acoge al hijo que se había alejado; la figura del padre desvela el corazón de Dios, de Dios misericordioso manifestado en Jesús.

Un elemento común de estas parábolas es aquel expresado por los verbos que significan alegrarse juntos, festejar. No se habla de estar de luto. Se goza, se festeja. El pastor llama a amigos y vecinos y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido" (v.6); la mujer llama a las amigas y a las vecinas diciendo: "Alégrense conmigo, porque encontré la moneda que se me había perdido" (v. 9); el padre dice al otro hijo: “Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado" (v.32). En las primeras dos parábolas el acento está puesto en la alegría tan incontenible que es necesario compartirla con “amigos y vecinos”. En la tercera parábola, el acento se pone en la fiesta que parte del corazón del padre misericordioso y se expande a toda su casa. ¡Esta fiesta de Dios por aquellos que regresan a Él arrepentidos se entona como nunca con el Año Jubilar que estamos viviendo, como dice el mismo término “Jubileo”! Es decir, júbilo.

Con estas tres parábolas, Jesús nos presenta el rostro verdadero de Dios, un Padre de brazos abiertos, que trata a los pecadores con ternura y compasión. La parábola que más conmueve, - a todos - porque manifiesta el infinito amor de Dios, es aquella del padre que estrecha hacia él y abraza al hijo reencontrado. Y lo que impresiona no es tanto la triste historia de un joven que precipita en la degradación sino sus palabras decisivas: “Ahora mismo iré a la casa de mi padre” (v. 18). El camino de regreso a casa es el camino de la esperanza y de la vida nueva. Dios espera siempre nuestro ponernos en viaje, nos espera con paciencia, nos mira cuando estamos lejanos, nos viene al encuentro, nos abraza, nos besa, nos perdona. ¡Así es Dios! ¡Así es nuestro Padre! Y su perdón cancela el pasado y nos regenera en el amor. Olvida el pasado: y ésta es la debilidad de Dios. Cuando nos abraza y nos perdona, pierde la memoria. ¡No tiene memoria! Olvida el pasado. Cuando nosotros pecadores nos convertimos y nos hacemos encontrar por Dios, no nos esperan reproches y durezas, porque Dios salva, vuelve a recibirnos en casa con alegría y festeja. Jesús mismo en el Evangelio de hoy, dice así: “Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta más que por 99 justos que no tienen necesidad de conversión”. Y les hago una pregunta:

¿Alguna vez han pensado que cada vez que nos acercamos al confesionario, hay alegría y fiesta en el cielo? ¿Han pensado esto? ¡Es hermoso!

Esto nos infunde gran esperanza porque no hay pecado en el que hayamos caído del cual, con la gracia de Dios, no podemos renacer; no hay una persona irrecuperable: ¡nadie es irrecuperable! Porque Dios no deja jamás de querer nuestro bien, ¡aun cuando pecamos!

La Virgen María, Refugio de los pecadores, haga nacer en nuestros corazones la confianza que se encendió en el corazón del hijo pródigo: “Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti” (v. 18). Por este camino, podemos dar alegría a Dios, y su alegría puede volverse su fiesta y la nuestra.

El Ángel del Señor anunció a María...

Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:

Queridos hermanos y hermanas:

Quisiera invitar a una especial oración por Gabón, que está pasando un momento de grave crisis política. Confío al Señor las víctimas de los enfrentamientos y a sus familiares. Me uno a los Obispos de aquel querido país africano para invitar a las partes a rechazar cada violencia y a tener siempre como objetivo el bien común. Animo a todos, en particular los católicos, a ser constructores de la paz en el respeto de la legalidad, en diálogo y en la fraternidad.

Hoy, en Karaganda, Kazajstán viene proclamado Beato Ladislao Bukowinski, sacerdote y párroco, perseguido por su fe. Cuánto ha sufrido este hombre, cuánto. En su vida demostró siempre gran amor por los más débiles y necesitados y su testimonio aparece como un condensado de las obras de misericordia espirituales y corporales.

Saludo con afecto a todos ustedes, romanos y peregrinos procedentes de diferentes países: las familias, los grupos parroquiales, las asociaciones.

Saludo a los fieles de Rumanía, a aquellos de la diócesis de Ferrara-Comacchio, el Movimiento Fides Vita, los grupos italianos de Venecia, Cologna Veneta, Caprino Veronese, Serravalle Scrivia y Novara; así como también los ciclistas venidos de Borgo Val di Taro y los jóvenes de la Confirmación de Rocco Sambuceto.

A todos, deseo un buen domingo. Y por favor no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta la vista!
 

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